Guardianes Del Bosque Historia de Terror

Guardianes Del Bosque Historia de Terror

Antes de escuchar mi historia Guardianes Del Bosque Historia de Terror, necesito que abran su mente, porque lo que yo pude ver está muy por encima de cualquier cosa que yo me había imaginado, tanto que aun cuando lo cuento me cuesta trabajo asimilarlo.

Esto me ocurrió en un remoto bosque aquí en México. Mi pasatiempo favorito es cazar, no utilizo armas de fuego, yo mismo construyo mis propios arcos y flechas y con eso me voy al bosque.

Jamás he cazado animales exóticos, de hecho, solo voy sobre los que estoy totalmente seguro que no están en peligro de extinción, respeto mucho la naturaleza, no soy animalista ni ecologista, hago mi vida sin preocuparme demasiado, pero procuro que al menos cuando voy a un sitio natural no causo estragos.

Los animales que cazo me los como, no lo hago por diversión ni por los likes en Facebook. Es solo que me gusta de vez en cuando ir a la naturaleza a conseguir mi propio alimento, eso es todo.

De acuerdo, yo estaba en este bosque, al que por cierto nunca había ido. Iba caminando, todo tranquilo, viendo la naturaleza, yo sé que en todos los bosques hay árboles, rocas y ríos, eso lo entiendo, pero es que una vez que visitas más de 2 bosques aprendes a disfrutar de cada una de sus diminutas diferencias.

Ya llevaba caminando como 2 horas cuando en la tierra encontré algunas huellas extrañas, algo que nunca antes había visto, eran casi triangulares y medían como 30 centímetros más o menos.

Eran de un animal bípedo, y al parecer saltaba porque cada par de huellas tenía una separación de más de medio metro, lo primero que pensé fue que se trataba de alguna especie de sapo gigante que tenía patas peculiares o quizá que ese sapo sufría una especia de deformación genética.

Decidí seguir las huellas, se adentraban entre espacios angostos de árboles y rocas, fue muy complicado seguirlas. Esas huellas se perdieron al llegar a un gran árbol. Uno que curiosamente era más grande que los demás.

Miré hacia arriba, hacia las hojas, pero no vi nada, ni una señal, tampoco había ninguna marca en ese tronco, era como si la criatura simplemente sé hubiera esfumado, o como si lo hubiera atravesado.

Ya me había desviado de mi ruta bastante, no estaba perdido, sabía como regresar, pero si ya me había desviado, me pareció buena idea seguir adelante, además se escuchaba un río.

Fui colina abajo, con cuidado por supuesto, la vereda por la que estaba caminando en verdad era un desafío, y la cereza del pastel fueron las arañas patonas, había arañas por todos lados.

Estaban caminando por las rocas, se escondían en la tierra, y ponían sus telarañas en las ramas. Entonces, yo estaba tratando de ir despacio para no caerme, pero también intentaba ir rápido para que no me fuera a picar una araña, fue algo estresante, la verdad.

Lo bueno que logré salir de esa vereda. Estaba en la orilla del río, era una vista increíble, además, en mi humilde opinión, y hablando desde mi ignorancia, no exista en este planeta nada más relajante que el sonido natural que emiten las rocas al ser golpeadas por la corriente de un río.

Ya me estaba empezando a dar un poco de hambre, así que armé mi arco, preparé una flecha y me mantuve quieto en total silencio esperando que algún animal despistado se acercara al río.

Ahí estaba yo, quieto, intentando camuflarme con el entorno cuando vi una gran flor rosa deslizándose por el río, sé que en principio no suena como algo del otro mundo, pero la cuestión era que esa flor iba a contra corriente, esquivaba las piedras, una cosa que claramente no era natural.

La verdad sí pensé en dispararle una flecha, pero algo dentro de mí me dijo que esa no era una muy buena idea, así que sencillamente me mantuve inmóvil hasta que perdí de vista esa enigmática flor.

El río debía venir de una zona elevada, quizá un cerro, quizá una montaña, así que, siguiendo una vez más mi curiosidad, decidí caminar por toda la orilla del río siguiendo la misma dirección que la extraña flor. Cabe aclarar que no la alcancé en ningún momento.

En efecto, tras caminar por más o menos una hora logré ver en el horizonte la formación natural de la que bajaba el río, no era algo impresionante de una altura formidable, no,  tenía una altura, como mucho, de unos 10 metros.

Eso sí, la forma en la que el agua bajaba a través de los desniveles de la roca formaban una cascada escalonada que se miraba increíble, como de película.

Claramente, no iba a subir escalando, así que me adentré de nuevo en el bosque buscando la forma de subir caminando, o al menos que fuera posible escalar de forma segura.

Ya ni me acordaba que tenía hambre, pero vi un árbol que tenía mangos, no soy ojo de halcón, no iba a bajar un mango con una flecha, lo que hice fue lanzar rocas hasta que logré tumbar una fruta.

Cayó bastante cerca del árbol así que fui por él, de pronto escuché un ruido raro, parecía ser de un ave, pero un ave rara, no lo sé.

Volteé hacia arriba, pero no vi nada. Al agacharme a recoger mi fruta me encontré una pluma, esa pluma estaba completamente fuera de lugar, medía como 30 centímetros y era roja con la punta amarilla, parecía una llamarada.

Supuse que esa pluma debía haberse desprendido del ave que había escuchado unos segundos antes.

Comí mi fruta y luego seguí buscando la forma de subir, pero ahora iba volteando hacia arriba cada cierto tiempo, con la esperanza de ver esa extraña ave de plumas rojas.

Finalmente, encontré un terreno por el cual era fácil subir, así que lo hice, me abrí paso entre los árboles para llegar a la cima.

Cuando ya casi llegaba, al mirar al suelo, vi otra vez esas huellas triangulares, luego escuché al ave rara. Comencé a caminar más despacio, aún no salía de entre los árboles cuando a lo lejos, del otro lado del río que dividía la colina vi la flor rosa.

Me acerqué un poco más sin salir de los árboles para no ser descubierto. Lo que pude ver voy a describirlo tal cual yo lo percibí, no intentaré darle una explicación, solo lo diré tal cual.

Había 2 criaturas, interactuando entre sí como si fueran parte de la misma manada, pero una manada muy peculiar, una manada donde las criaturas no se parecían en nada las unas de las otras.

El que estaba más cerca del agua era de un color azul pálido casi blanco, su cabeza era muy alargada y al final tenía la flor rosa gigante.

El que estaba en medio era del color del barro, tenía cuernos y en su estómago tenía una mancha negra o algo así, al principio estaba en cuatro patas, pero luego se levantó en dos, me quedó claro que esa cosa era quién estaba dejando las huellas triangulares.

Cerca de ellos aterrizó una tercera criatura, sí, una especie de ave, bastante grande para ser un pájaro, color rojo con una gran cresta de plumas en su cabeza, esas plumas tenían la punta amarilla.

De pronto escuché que algo se movía al lado mío, volteé a mi izquierda y pude ver unos grandes ojos azules brillantes que se asomaban entre los árboles.

Me quedé paralizado, por alguna razón no podía ver ninguna otra parte del cuerpo, solo los ojos. No parpadeaban, su mirada era muy estremecedora, me di la vuelta y salí corriendo.

No tengo ni la más remota idea de que demonios fueron esas cosas con las que me encontré, me queda claro que no eran animales.

Tal vez, y solo tal vez, se trataba de aquellos míticos guardianes de los bosques de los que tanto hablaban las culturas antiguas.

 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror