La Muñeca Embrujada Historia de Terror

La Muñeca Embrujada Historia de Terror

La historia que voy a contar ocurrió hace algunos años, fue cuando se le iba a hacer la fiesta de XV a mi hermana La Muñeca Embrujada Historia de Terror.
Se consiguieron los padrinos para las diferentes cosas que se necesitan. Una tía optó por ser la madrina de la última muñeca.
Ella trabaja para el gobierno municipal, se encarga de coordinar a una comunidad de pequeños comerciantes. Estos comerciantes pagan una renta por colocar sus puestos a la orilla de las vías del tren.
Por esas fechas se acercaban las fechas del pago de la renta y una señora no había mucha venta durante el mes así que no completaba para pagar la renta.
Se acercó con mi tía para ver si podría otorgarle una prórroga. Por cuestiones del destino esa señora vendía juguetes artesanales, mi tía le dijo que si podía conseguirle una buena muñeca de porcelana le condonaba dos meses de renta. La realidad es que la muñeca no costaba ni lo de un mes de renta, pero a mi tía es una buena persona y suele ayudar a las personas.
Algunos días después la señora consiguió la muñeca, estaba en una caja de madera con un plástico grueso al frente que permitía ver la muñeca. Parecía nueva. Estaba maquillada y tenía un vestido que curiosamente coincidía con el color que mi hermana había elegido para su vestido.
Pasaron los meses y llegaron los XV de mi hermana. Fue una gran fiesta, muchos invitados, muchos regalos, entre ellos, la muñeca, a mi hermana le encantó.
Se negó a sacarla de su caja, la muñeca parecía de colección por lo bien hecha que estaba, parecía hecha de un material fino y tenía muchos detalles bastante realistas.
La fiesta terminó. Mi hermana llevó la muñeca a su cuarto y la colocó encima del ropero. La muñeca era bastante alta, medía poco más de un metro así que casi llegaba al techo.
Pasó un día y luego otro, al tercer día comenzaron las cosas extrañas comenzaron a suceder.
Esa noche mi hermana salió corriendo de su cuarto mientras gritaba. Todos nos despertamos. Mi padre le preguntó qué le pasaba y ella dijo que alguien se estaba asomando por su ventana. Fuimos a revisar, pero luego de unos instantes caímos en cuenta que lo que estaba diciendo mi hermana no tenía sentido. Su cuarto estaba en el segundo piso.
Esa noche mi hermana durmió en el cuarto de mis papás.
Tuvieron que pasar cuatro días para que mi hermana aceptara volver a pasar la noche en su cuarto. Afortunadamente pudo dormir tranquila.
Pero por la mañana, mientras ella estaba arreglando su cuarto para recibir a sus amigas, la caja con la muñeca se cayó del ropero. La caja se partió en dos, la muñeca quedó intacta.
Mi hermana estaba furiosa, pero no había nada que hacer. Más tarde llegaron sus amigas, pidieron pizza, vieron un par de películas y al caer la noche se fueron todas al cuarto.
No pasaron ni 10 minutos cuando se escucharon un montón de gritos. Mi madre fue a revisar. Cuando entró todas las chicas estaban arrinconadas. Resulta que ellas aseguraban que vieron como la muñeca volteó a verlas y parpadeó.
Las amigas de mi hermana querían irse ya así que mi madre cargó con todas en la camioneta y fue a dejarlas a cada una a su casa. Nos quedamos mi padre y yo.
Entramos al cuarto para ver a la muñeca, definitivamente parecía normal. Un poco en broma y un poco en serio yo dije que debíamos asegurarnos que esa muñeca no estuviera viva, así que le di una cachetada. Claramente no pasó nada. Mi padre dijo que me daría 600 pesos si pasaba la noche en el cuarto de mi hermana. Dijo que en caso de que yo viera que la muñeca se movía nos desharíamos de ella y que si yo no veía nada raro podría convencer a mi hermana que habían visto mal.
Lo dudé un poco. No es que las muñecas me asusten. Pero tengo esa cosa que te hace desconfiar de las cosas no humanas que son demasiado realistas. Y esa muñeca era demasiado realista, más que un maniquí.
Pero, necesitaba esos 600 pesos para completar un nuevo control de X Box. Así que acepté.
Mi padre y yo fuimos a la cocina y nos tomamos una cerveza en lo que mi madre y mi hermana volvían.
A eso de las 11 de la noche ya estaban de regreso. Mi padre le comentó a mi hermana que yo me quedaría en su cuarto esa noche para vigilar a la muñeca y así demostrarle que no pasaba nada con la muñeca.
Me fui a dormir. Es importante decir que mi hermana tiene un espejo en una esquina del cuarto. Desde la posición en la que yo estaba podía ver la muñeca reflejada en el espejo, estaba de espaldas. Eso era raro, porque cuando mi padre y yo salimos de ese cuarto la muñeca no estaba en esa posición. Elegí no pensar en eso y cerrar los ojos para tratar de dormir.
No tardé mucho en quedarme dormido. Estaba teniendo un sueño un tanto extraño. En el sueño yo estaba subiendo una escalera que nunca terminaba, una fuerte risa de niña me despertó. Ya había olvidado que estaba en el cuarto de mi hermana. Me moví mientras dormía y yo le estaba dando la espalda al espejo. Tomé mi celular para ver la hora, pero no encendía, se había quedado sin pila.
Apenas iba a cerrar los ojos otra vez para volver a dormir cuando comencé a sentir una presencia extraña, alguien estaba en el cuarto, detrás de mí y me estaba observando. Sentí un escalofrío muy fuerte, nunca había experimentado una sensación así. No me animaba a voltear, cerré los ojos con fuerza para obligarme a dormir. De pronto sentí que una cabellera estaba cayendo lentamente sobre mi cara. Quien sea que haya estado detrás de mí ahora se encontraba entre el respaldo de la cama y la pared. Es importante mencionar que el respaldo de la cama de mi hermana mide al menos metro y medio. Eso significa que ese cabello no le pertenecía a un humano. Por dos cosas. Solo imagina la altura que debe tener una persona para poder contorsionarse sobre un respaldo de metro y medio como para acercar su cabello a mi cara, peor aún, el espacio que había entre el respaldo y la pared era de menos de 5 centímetros. Ninguna persona puede caber ahí.
No pude más con esa situación y salí corriendo del cuarto. Azoté la puerta. Afortunadamente nadie escuchó. Baje a la sala por un poco de agua para tranquilizarme. Encendí todas las luces. Mientras intentaba despejar mi mente miré en el microondas que ya casi iban a ser las seis de la mañana. A las seis se levanta mi padre para irse a trabajar así que solo debía hacer algo que justificara mi estadía en la sala para conseguir los 600 pesos.
Saqué el pan y la mayonesa de la alacena, saqué queso y jamón del refrigerador y comencé a prepararme un par de lonches. Me tardé todo lo que pude, también me preparé un café.
Apenas estaba terminando cuando bajó mi padre. Me dio un par de palmadas y me entregó el dinero. Me pidió que le preparara también un lonche y un café.
Nos sentamos a desayunar y decidí decirle a mi padre lo que me había pasado en el cuarto. Le dije que en ningún momento vi a la muñeca hacer nada raro, pero también le dije que yo creía que la cosa es que me estaba acechando tenía que estar relacionada con la muñeca.
Mi padre se quedó pensativo un momento mientras se terminaba de un sorbo su café.
Sin decir nada se levantó de la mesa y subió al cuarto de mi hermana y cuando bajó traía la muñeca. Me dijo que la había encontrado debajo de la cama.
Mi padre subió la muñeca a la camioneta y me dijo que iría a deshacerse de esa cosa, que cuando volviera del trabajo él hablaría con mi madre y con mi hermana.
Mi padre se fue y yo subí a cambiarme para salir a comprar el control del X Box. El local donde lo iba a comprar me quedaba bastante lejos, pero me gusta caminar así que iba a ir a pie, posiblemente iba a tardarme un par de horas. Salí a las 7 de la casa y llegué al local justo cuando estaban abriendo. Compré el control y cuando salí del local vi a una señora cargando una muñeca idéntica a la que mi padre había ido a tirar.
Me acerqué a la señora y le pregunté si sabía dónde podía conseguir una. Me respondió que ese modelo de muñecas venía de Tepito. Le agradecí y volví a mi casa, pero ahora tomé un taxi.
Cuando mi padre llegó del trabajo para a hora de la comida nos dijo que había ido al basurero de la ciudad a tirar la muñeca. Le conté a mi madre y a mi hermana lo que me había pasado en la noche.
Mi hermana se negaba a dormir en su cuarto, así que al día siguiente mi madre fue con un sacerdote para pedirle que fuera a bendecir toda la casa.
El cura aceptó y cuando ya había terminado todos pudimos escuchar como la risa de una niña sonó en toda la casa. Era la misma risa que yo había escuchado en mi sueño aquella noche.
Afortunadamente, nunca volvió a pasar nada extraño en nuestra casa. Les aseguró que jamás volví a acercarme a una muñeca.
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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