La Muerte Blanca Historia De Terror 2023

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La Muerte Blanca Historia De Terror 2023

 La Muerte Blanca, Historia De Terror… Voy a contarles una historia que le ha pasado a nuestra abuela hace unos años atrás, yo sé que quizás sonará un poco difícil de creer o comprender, pero siendo honesto, cuando las palabras vienen de mi abuela, me es complicado no creerle, ella siempre ha sido una mujer derecha a la que le guardamos mucho respeto y casi nada se le cuestiona.

Cuando mi abuelo falleció, ella tomó las riendas de la familia y en vez de buscarse a alguien que la mantuviera, tomó la decisión de trabajar y olvidarse de sus sueños y mantener a la familia, esto género que se hiciera de un carácter recio y rudo, esto último al parecer le ayudo bastante para por evitar un problema más grande en contra de la misma Muerte. Para mi Abuela, su frase que siempre traía era… “La vida quizás sea moderna, pero no lo es lo suficiente como para evitar a la Muerte”.

El lugar donde ocurrió todo fue en un poblado llamado Acámbaro, es considerado hoy en día un Pueblo Mágico, por lo que la visita de varios turistas al año es algo muy normal. Para ser más precisos, mi Abuela vive en una vecindad que también es parte del atractivo turístico del lugar.

La casa queda antes de subir una fuerte pendiente, y por fuera de ella, tiene una banca en la cual todo turista antes de subir la pendiente se ha sentado a tomar un poco de aire. Esto ha llegado a pasar muy a menudo y, así que para mi abuela ya se ha vuelto algo normal llegar a ver una silueta de personas extrañas del otro lado del ventanal de la Sala.

Ella vive sola, y cuando llega algún evento que reúna a la familia, la casa se llena de primos, tíos y amigos. Pero la gran mayoría del tiempo, se la pasa sola en casa. Así lo decidió, pues cuando murió mi abuelo, le sugirieron que se fuera a vivir con alguno de sus hijos, sin embargo, ella se negó.

Siempre mantuvo la idea de que aun en esa casa podía ver a mi abuelo andar entre los pasillos y era uno de los pocos instantes en los que sentía que él seguía allí.

En otra ocasión, cuando se despertó por la madrugada y aun no salía el sol, iba a la cocina a tomar un poco de agua, a ella no le gustaba encender la luz, creía que le quitaba el sueño, cuando llegó a la cocina se encontró con mi abuelo sentado en plena oscuridad en el comedor, era como si toda la noche hubiera esperado a la abuela para que le sirviera su comida, esa fue una de las razones por las cuales querían llevarse a la abuela  a vivir a otra casa, al parecer ya estaba comenzando a desvariar.

Las situaciones en las que veía al abuelo comenzaron a ser cada vez más y más frecuentes, sin embargo, el fantasma del Abuelo no fue el problema, sino más bien fue por aquel ser que se lo llevo.

Esto Ocurrió hace un par de años, cuando el Coronavirus apenas estaba pegando en México. Aun había algunos turistas que seguían llegando a ver el Pueblo de Acambaro, no eran tantos como solían ser en mejores épocas, pero se prestaba aun a recibir visitantes.

Cuenta mi abuela que una tarde lluviosa, ella se encontraba viendo la televisión en la sala de su casa, escuchó como alguien golpeaba la ventana de forma intermitente.

Pensó que se trataba quizás de granizo que estaba cayendo mas no le dio mucha importancia. Después de un rato, la lluvia la relajó tanto que terminó por quedarse dormida.

Paso un rato para que un olor familiar la despertara, la casa olía a cempasúchil, y era un olor intenso, sintió un escalofrió terrible, eso la despertó todo para darse cuenta que se veía una silueta del otro lado del ventanal, pensó que quizás se trataba de una persona, pero la silueta parecía estar muy delgada.

Intentó volver a dormir a pesar del intenso olor en casa cuando nuevamente alguien volvió a golpear la ventana. Cansada de esto decidió salir a ver de quien se trataba y llamarle la atención.

No sería la primera vez, así que al abrir la puerta miró hacia afuera donde estaba su ventanal y no había nadie. Esto le desconcertó bastante, estaba segura que había alguien parado del otro lado, ella la había visto. Incluso se fijó de cada lado de la calle para verificar si no era algún niño bromista, pero no había nadie alrededor.

Aún estaba lloviznando y parecía ser que la lluvia había espantado al turismo. Entonces se dio cuenta que frente a su casa estaba un viejo vecino sentado en el pórtico, se trataba de Don Pepe, un viejo que padecía de Alzheimer, mi abuela lo saludo, pero él parecía no hacerle caso, así que decidió ir personalmente a saludarlo. Mi abuela se preocupaba mucho por sus vecinas, pero en especial con Don pepe, le tenía mucha estima debido a que fue uno de los mejores amigos del abuelo.  Después de un minuto regreso rápidamente para no empaparse con la llovizna.

Pretendía obtener información de quien estaba tocando la ventana, pero parecía ser que Don pepe no estaba lúcido completamente, entonces cuando entro a casa se encontró que alguien estaba justo a mitad de la sala esperándola. La abuela se quedó pasmada por unos segundos, jamás se dio cuenta en que momento esa anciana había entrado, vestía de blanco, su piel era blanca, sus dos ojos era de un color grisáceo, parecía estar ciega. Esa mujer le sonreía a la abuela.

La abuela pensó que quizás la anciana se había equivocado de casa, así que amablemente le preguntó que se le ofrecía, pero no hubo una respuesta de parte de la anciana, ella se mantenía en silencio. Entonces le pidió amablemente que se retire, pero la anciana parecía que no tenía ninguna intención de moverse.

Igual la abuela llegó a pensar que quizás se trataba de una mujer con algún problema mental. Se acercó a ella para tomarla de su brazo y llevarla a la salida por si alguien la estaba buscando, pero en cuanto tomó su mano se dio cuenta de que estaba helada, una extraña sensación de miedo y nostalgia la invadió y dio un paso atrás.

La anciana seguía sonriéndole a la abuela, y entonces le habló. La voz de aquella anciana de alguna manera provoco en mi abuela que sintiera nostalgia. La anciana le pregunto por Don Pepe, ya que tenía rato buscándolo, pero parecía ser que no lo encontraba.

La Muerte Blanca Historia De Terror

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Mi abuela recordó al vecino, así que le apunto a la casa de enfrente sin decir ni una sola palabra, la anciana dio las gracias y se dispuso a retirarse, entonces cuando mi abuela vio que debajo de su vestido blanco se asomaron huesos en vez un pie normal, se percató de que estaba hablando con la muerte en persona. Mi abuela se petrifico del miedo, pero sabía que, si dejaba ir a la muerte, Don pepe ya no la contaría.

De pronto, cuando quiso preguntarle algo, la anciana se dio la vuelta y le dijo a mi abuela que regresaría en, cuatro días por ella, de ese modo la anciana salió de la casa. Rápidamente mi abuela quiso intervenir y al abrir la puerta la anciana ya no se encontraba y la lluvia fue más tupida que antes, de hecho, de tan fuerte que estaba lloviendo no se podía ni salir.

Esa noche, por más que mi abuela quiso comunicarse a la casa de Don pepe, no lo logro, intento llamar por teléfono, pero nadie contestaba, por más que quería salir de casa para ir personalmente, la lluvia se ponía cada vez más intensa. No pudo advertirle a Don pepe de lo que pasaría.

Mientras intentaba dormir, notó que una presencia inusual se cernía sobre la casa. Se levantó de su cama y caminó por los corredores oscuros de su hogar, sintiendo un cosquilleo escalofriante en la nuca, como si algo o alguien la estuviera observando.

Al día siguiente, fue a visitar a Don Pepe para avisarle de la visita de la misteriosa anciana. Pero al llegar, encontró a uno de sus hijos quien le dio la terrible noticia.

“Don Pepe murió anoche”, le dijo su hijo. El corazón de mi Abuela se detuvo un segundo. No había signos de violencia, simplemente parecía que su corazón había dejado de latir.

La anciana dijo que vendría en cuatro días y, ahora, con la muerte de Don Pepe, mi abuela tenía un miedo irracional anudándose en su estómago. Cada día, cuando el sol comenzaba a ponerse, sentía la misma presencia que había sentido aquella noche.

El cuarto día, después de una tarde lluviosa, mi abuela estaba preparando la cena cuando escuchó un golpeteo en la ventana, similar al de aquella tarde cuando la anciana apareció. Lentamente, con su corazón latiendo en la garganta, se acercó a la ventana y apartó las cortinas.

Allí estaba ella, la anciana vestida de blanco, con su piel pálida y ojos grisáceos, sonriendo desde el otro lado de la ventana. Una sensación helada se apoderó de mi Abuela, y el olor a cempasúchil volvió a inundar la casa. La anciana levantó su mano y golpeó la ventana una vez más, diciendo con una voz que sonaba como un susurro: “Vengo a buscar a la señora de la casa”.

Mi abuela, con el terror grabado en sus ojos, no pudo responder. La anciana continuó sonriendo, y de algún modo, su sonrisa se volvió más inquietante. No le abrió la puerta, la dejo afuera, pero la anciana siguió insistiendo con el constante golpeteo de la ventana.

Apago todas las luces y se fue a su habitación.  Pasó toda la noche sin dormir, aterrorizada. La visita de la anciana, que ahora parecía ser un presagio de la muerte, la dejó muy nerviosa. Ella intentó llamar a sus hijos, pero por alguna razón, la señal no pasaba, parecía como si estuviera aislada del resto del mundo. Sus hijos estaban lejos y, dada la situación global del Coronavirus, no podían viajar para estar con ella.

Sin darse cuenta, ya había amanecido. Sintió un alivio de que no le pasara algo, así que decidió buscar un poco más de información sobre esa anciana con los vecinos.

Les contó sobre la aparición de la anciana y preguntó si sabían algo al respecto. Aunque al principio parecían escépticas, un velo de terror cubrió sus rostros al reconocer la descripción de la anciana.

Ellas le hablaron de una leyenda que se transmitía de generación en generación en Acámbaro. Según la leyenda, una anciana de ojos grisáceos y vestida de blanco solía aparecer en las casas de aquellos que iban a fallecer. La anciana, conocida como La Muerte blanca, era la mensajera de la muerte y su aparición siempre era un presagio de que alguien en la casa moriría pronto.

Mi abuela se sintió aún más aterrorizada. Sin embargo, ella sabía que en algún momento la tendría que confrontar. No iba a permitir que esta criatura de la leyenda decidiera su destino. Regresó a su casa y comenzó a prepararse. Pidió ayuda a la parroquia local para bendecir su casa y armó un rosario en su mano.

Cuando llegó la noche, la lluvia comenzó a caer una vez más. El aire se llenó con el olor a cempasúchil y, de repente, un golpeteo se escuchó en la ventana. Mi abuela, armada con su fe y su determinación, se dirigió hacia la ventana y abrió las cortinas. Allí estaba la anciana, con su vestido blanco brillando bajo la luna, sus ojos grisáceos mirando hacia la casa y su sonrisa escalofriante que parecía desafiar a mi Abuela.

Esta vez, mi abuela no se quedó en silencio. “No tienes poder aquí”, dijo con voz firme, “No voy a permitir que me amenaces”. La anciana, sorprendida, inclinó la cabeza en un gesto de reconocimiento, pero no dijo nada. Mi Abuela entonces, comenzó a rezar. El Padre Nuestro, el Ave María, uno tras otro, su voz llenó la casa y pareció repeler a la anciana.

Y de pronto escucho un par de pasos detrás de ella, allí estaba la anciana quien sostenía del brazo a alguien más, Mi abuela no sabía que decir cuando lo vio, se trataba de su esposo. Entonces la anciana le comento a mi abuela que solo venia por él, varias ocasiones se les había salido de donde descansaba en paz su abuelo, aun el sentimiento y amor de mis abuelos los mantenía unidos.  El abuelo paso frente a la abuela no sin antes despedirse, de pronto tanto la anciana como el abuelo se desvanecieron frente a ella, el olor a cempasúchil se esfumo. Y todo regreso a la normalidad.

Esa noche, mi abuela durmió en paz por primera vez en muchos días. Aunque la amenaza de la anciana aún estaba presente, mi abuela se sentía más fuerte y decidida a enfrente a la vida. Cada día, seguía rezando y bendiciendo su casa, preparándose para la próxima visita de la anciana.

Autor: Mario Franco Corrales Lengua de Brujo

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