La Cosa Que Vuela Historia de Terror

La Cosa Que Vuela Historia de Terror

Soy de Nuevo León, nací en los setentas, viví con mis padres hasta 1991, que fue cuando me fui a vivir con un amigo, desde ese entonces hasta la fecha vivo en Santiago La Cosa Que Vuela Historia de Terror, para los que no conocen, Santiago se encuentra al sur de Monterrey.

Recuerdo que el presidente municipal de aquel entonces era Roberto Almaguer. También recuerdo que por aquel tiempo escuché por primera vez a la que hoy es mi banda favorita, Metallica.
Pero sin duda alguna, lo mejor de esa época eran las tardes que me reunía con mis camaradas para echarnos unas peleas en el Street Fighter.
No pasó mucho tiempo para que hasta mis oídos llegar el rumor de que por la zona habían estado ocurriendo avistamientos de una misteriosa criatura, una persona con rasgos de bestia, lo primero que pensé fue que se trataba de un Nahual.
Pero no hice mucho caso en realidad pues ya sabes cómo es la gente, además ciertamente siempre fui bastante incrédulo con cualquier cosa.
En fin, yo estaba trabajando en el mero centro de Monterrey, yo no tenía mueble, pero mi amigo si y pues nos íbamos juntos la trabajo.
Una noche mientras mi amigo y yo estábamos tomando escuchamos que algo bastante pensado cayó en el techo, ambos nos asustamos pues fue repentino. Luego escuchamos como si alguien estuviera caminando, yo me imaginé que alguien se había caído de alguno de los grandes árboles que estaban cerca y se había impactado contra la casa, eso explicaba los pasos.
Pero luego escuchamos como un fuerte graznido, sonaba como un cuervo o una urraca, era algo muy raro, y pues si juntas el gran golpe, con los pasos y el graznido de una urraca pues ya algo definitivamente no está bien.

No me preguntes por qué, pero lo primero que hice fue correr y apagar los focos, pensé que ayudaría en algo.

Hubo unos cuantos pasos más y también un par de feos graznidos, luego de eso solo hubo silencio. Mi amigo y yo nos quedamos quietos como por 5 minutos, hasta que consideramos que ya no debía haber nada en el techo.
Salimos y con una lámpara intentamos ver si había algo, pero no, lanzamos algunas piedras, pero tampoco ocurrió nada, finalmente pusimos una escalera de madera para subir y echar un vistazo, tiramos una moneda para saber quién tendría que treparse, yo perdí, así que respire hondo y subí la escalera con miedo, no había nada.

Mi amigo también subió y nos pusimos a revisar el techo buscando cualquier cosa, hasta que encontramos unas misteriosas marcas, era como si unas garras hubieran rasgado el techo, era muy raro.

Total, pasaron los días, el incidente no se volvió a repetir. Yo cambié de trabajo, me fui a una taquería en San Pedro, nada más con las propinas ya mi ingreso se había duplicado. La gente de billetes, sobre todo en aquella zona y en aquella época, no eran muy amables, pero el hecho de dejarte propina lo ven como un favor, y pues de favor en favor conseguía muy buen dinero.
Una tarde llegó a la taquería un perro, uno de los que estaban comiendo ahí lo corrió de una patada. Cuando llegó mi hora de salida y mi amigo llegó por , ahí andaba el perro, me dio lástima verlo tan flaco, casi en los huesos, así que le dije a mi amigo y aceptó que nos lo lleváramos a la casa.
Ya era muy noche como para llegar a comprar croquetas, así que cuando llegamos a la casa le dimos de lo que cenamos nosotros. El animal era muy obediente, solito buscaba la tierra para ir a hacer sus necesidades, no andaba haciendo destrozos y en corto adoptó su rol de guardián y ladraba cada vez que alguien se acercaba, pero jamás atacó.
Pasaron los meses, y una noche el perro comenzó a ladrar furioso, estaba haciendo mucho ruido, él no eran tan escandaloso así que debía estar pasando algo, mi amigo había bebido de más y estaba bien dormido, así que pues solo salí yo a ver que andaba mal afuera, no vi a nadie.
El perro estaba corriendo alrededor de la casa mientras le ladraba al techo, por más que yo me asomaba tampoco veía nada. Volví a la casa e intente dormir, el perro no dejo de ladrar en un buen rato, es más, cuando me quede dormido el perro seguía ladrando.
Al día siguiente, temprano, salí a darle de comer al perro y me encontré, en el lodo que se hace cuando le echas agua a las plantas, unas huellas, eran de un pie humano, un pie descalzo. Eso fue extremadamente raro y en verdad encendió una alarma en mi cabeza.
Al volver la noche el perro volvió a hacer el mismo escándalo otra vez, ahora si salimos los dos. Mi amigo llevaba un bate y yo llevaba algo más filoso, rodeamos la casa en rápido, pero no había nadie.
De pronto escuchamos aquel misterioso graznido de urraca, el perro le estaba ladrando a la cosa que, hacia ese ruido, estaba en el techo, era obvio, pero no podíamos ver nada. Mi amigo entró a la casa por la manguera de presión, abrió toda la llave y comenzó a disparar el agua hacia el techo, la lógica de nosotros era, si es una urraca, aunque sea una urraca gigante, no les gusta el agua así que va a salir volando.
Pues dicho y hecho, vimos que se extendieron un par de alas, eran gigantes, definitivamente eso no era una urraca gigante, pues tendría que ser una urraca de dimensiones monstruosas que claramente no era posible. Entonces esa cosa salió volando en menos de un chasquido, mi amigo y yo nos quedamos impactados mientras veíamos como esa cosa se alejaba, más que una urraca parecía un murciélago, era de color café muy oscuro.
Si parecía murciélago e iba hacia el este pues iba rumbo a la Cueva de los Murciélagos.
Para aquellos que no conocen la Cueva de los Murciélagos, les cuento, para empezar la entrada ya está medio rara, pues es un cuadrado gigantesco casi perfecto, creo que antes era una mina o algo así, y quizá eso explique una entrada tan geométrica.
Mi amigo y yo, jóvenes tontos, no tuvimos una mejor idea que planear ir a visitar la Cueva de los Murciélagos para intentar averiguar que era esa cosa que ya nos había visitado más de una vez.
Desconozco que tan fácil o difícil sea a día de hoy llegar hasta la entrada de la cueva, pero en aquel entonces no había tanto problema, no era muy común que la gente intentara subir así que no había tanta malla como hay ahora.
Lo que, si esta difícil es la subida, es bastante alto y hay que ir escalando, en algunas zonas hay que agarrarse con ambas manos porque si no te caes y pues quedas calaca, esa idea si nos asustó un poco, pero tan solo de pensar que podríamos presumir que entramos a la Cueva de los Murciélagos y que eso nos haría destacar entre nuestros conocidos pues no lo pensamos más y comenzamos la escalada.
Hay mucha hierba y es bastante alta, estábamos con el pendiente de que nos pudiera salir algún animal, en aquella época los osos no eran tan sonados, más bien nosotros nos preocupábamos por arácnidos o víboras.
Tardamos un buen rato en subir, cuando íbamos subiendo nos topamos con una entrada, una tipo cueva, pero como no supimos si conectaba con la Cueva grande pues mejor no entramos y seguimos subiendo.
Finalmente, llegamos, por dentro el lugar no es tan masivo como se pudiera pensar, pues el camino se hace un poco angosto conforme se avanza.
Huele medio raro adentro, había algunos pozos, avanzar se volvió muy complicado porque pisar uno de esos pozos significaba caer al vacío, luego escuchamos el graznido de la cosa esa, ahí si ya nos ganó el miedo y empezamos a retroceder, no podíamos correr porque todo estaba resbaloso, además afuera había aparecido una densa niebla que no nos dejaba ver nada.
Un graznido más y sonaba cercano, hubo aleteo, pensamos que eso había sido todo, que era el final pues, aunque intentáramos bajar rápido esa cosa nos iba a alcanzar volando. El aleteo estaba prácticamente sobre nosotros, cerré los ojos con fuerza, pero mi amigo me pegó en el brazo y me dijo que solo eran unos pocos murciélagos, yo me había quedado pálido del susto, hasta me había mareado.
Entonces, frente a nuestros ojos, por fuera de la entrada de la cueva, pasó volando una criatura mitad humano, mitad ave, sus ojos eran completamente blancos y brillaban como focos, la cosa esa, humanoide era completamente de color negro, con las alas extendidas debía medir como 4 metros más o menos.

No intentó atacarnos, no volteo a vernos, simplemente pasó volando, luego de unos segundos se perdió entre la niebla.

Nos quedamos ahí un rato, luego pues ya bajamos, aun asustados y sorprendidos por el encuentro.
Unos meses después, se me ocurrió comentarle sobre el humanoide volador a otro amigo y su novia, ellos me dijeron que también habían visto al hombre que vuela, pero ello lo habían visto cerca del Cerro de la Silla.
Desconozco si se trata del mismo ser que ande volando por varios lugares, o si es una manada de criaturas humanoides, de lo que si estoy seguro es de lo que mi amigo y yo vimos, un pájaro con forma humana, lo más probable es que se tratara de un Nahual Volador.
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror