Rodeados Historia de Terror

Rodeados Historia de Terror

La historia que voy a relatar ocurrió en un lugar al este de Mexicali Rodeados Historia de Terror allá por el 2005, en aquel entonces en ese lugar vivíamos menos de 400 personas, y más de la mitad eran mujeres, muchos de los que vivíamos ahí no eran de Baja California, por ejemplo, yo y mi novia somos de Sinaloa, pero como nuestros padres no nos dejaban estar juntos pues nos venimos a vivir para acá.
Yo tenía 24 años y ella 18, para ser nuestra primera casa nos fue bien, teníamos luz, agua, una radio, una pequeña televisión, conseguimos un refri chiquito, no teníamos lavadora y tampoco auto.

La colonia era bastante tranquila, el único ruido que había era el de los niños jugando en la calle, pero tampoco eran muchos niños así que no había tanto problema.

Yo trabajaba de ayudante en una de esas tiendas que venden pura cerveza, ganaba bien, pues nunca faltaba quien me diera propina por ayudarle a cargar sus cervezas hasta su carro.
Para llegar al trabajo tenía que cruzar un puente que estaba pintado de color amarillo que pasaba por encima de un río que la mayor parte del año estaba completamente seco, pero tan seco que hasta había arena y brotaban arbustos que solo salen en el desierto.

Es que, para el que no sepa, Mexicali tiene un clima muy caliente.

Durante los primeros meses yo trabajaba mientras mi novia se quedaba en la casa pues no quería estudiar la universidad, así que se propuso aprender a hacer artesanía para vender y juntar su dinerito, para hacerse de sus cosas, ya sabes.
Antes de irme a trabajar desayunábamos juntos y cuando me iba, ella ya me tenía listo el lonche, al llegar del trabajo siempre la llevaba a comer a algún lado con lo que había sacado de propinas, Nos gustaba ir a comer tacos de carne asada, pero el fin de semana, que era cuando mejor me iba con las propinas, nos íbamos a cenar mariscos.
Una noche, que regresamos de dar un paseo, encontramos varios rasguños en las ventanas y en las puertas, era como de gato, pero de un gato bastante grande, yo aún no conocía muy bien la fauna de Mexicali, pero estaba convencido de que un gato montés no tenía nada que hacer rasguñando mi casa.
Caminé por el pasillo, donde tenemos una pequeña ventana para que se salga el humo cuando mi novia cocinaba con mucho aceite, esa ventana también estaba arañada, llegué al pequeño patio y comprobé que la ventana de nuestro cuarto y la puerta trasera también tenían rasguños, nada estaba abierto ni quebrado, por suerte.
Un vecino, con el que yo me llevaba muy bien, se acercó y me preguntó qué había pasado, le mostré los arañazos, él me dijo que eso era normal, que de vez en cuando un gato se paseaba por la colonia intentando colarse al interior de las casas.
Le comenté que esas marcas de garras eran demasiado grandes para ser de un gato, entonces me dijo que el gato que se paseaba por la colonia no era un felino cualquiera, me lo describió como una criatura delgada con grandes y profundos ojos negros, y con un pelaje largo, liso y de un color blanco brillante.
Le pregunté si no se trataba de un gato montés, pero me respondió que no, que este gato era otra cosa, también me recomendó nunca dejar las ventanas abiertas cuando saliéramos de casa pues dijo que si el gato lograba colarse a la casa haría un desastre por todos lados.
Le agradecí por la información y la recomendación y nos despedimos. Mi novia y yo entramos a la casa, por si acaso revisamos que todo estuviera en orden, afortunadamente sí, nos metimos a bañar y luego nos fuimos a dormir, eran como las 11 de la noche.
A eso de las dos de la mañana me levanté a tomar un vaso de coca con hielo, por el calor, mientras estaba en la cocina pude escuchar pasos afuera de la casa, afortunadamente todas las ventanas las teníamos cubiertas con cortinas gruesas así que no se podía ver hacia adentro.
A través de la cortina que cubría la ventana de enfrente pude ver la sombra de alguien, rápidamente, pero sin hacer ruido, regresé al cuarto y desperté a mi novia, con voz baja le dije que andaba alguien merodeando la casa, que estaba parado afuera de la ventana del frente.
La saqué del cuarto y le dije que se encerrara en el baño y que no saliera sin importar lo que escuchara, yo volví al cuarto y tomé una arma que tengo por seguridad.

Ya con arma en mano volví a la cocina, pero la persona ya no estaba ahí pues no veía su sombra, entonces escuché pasos en el pasillo, estaba caminando hacia el patio.

Se forma silenciosa llegué hasta la puerta trasera, la abrí con mucho cuidado y me preparé para disparar, pero nadie llegó, luego de un par de minutos salí para ver si había alguien, pero no, no había nada ni nadie, era muy extraño.
El día siguiente fue lunes, mi día de descanso, así que aproveché para ir a comprar algunas cosas por si el misterioso intruso volvía acercarse a mi casa, y de paso algunas cosas para alejar al felino que había arañado mi casa.
Compré algunos metros de varilla cortada para armar una improvisada jaula trampa para el gato. Y para alejar al tipo que estaba husmeando mi casa compré unos focos que echaban más luz. También pasé a mi trabajo y le pedí a mi jefe que me regalara algunas de las botellas de caguama rotas, para ponerlas por fuera del marco de todas las ventanas, así si alguien intentaba meterse por las ventanas terminaría muy lastimado.
Con la varilla que había comprado también hice una protección para el aire que teníamos en el cuarto, no funcionaba desde hace meses, y creo recordar que ya no tenía arreglo. El punto es que si alguien se quería meter a la casa lo único que tenía que hacer era empujar el aire y tendría un agujero por el cual entrar y salir sin problemas.
Me llevé todo el día haciendo esas cosas, lo bueno que alcancé a terminar justo a tiempo para cenar con mi novia, no quisimos salir esa noche así que solo fuimos a los tacos de la esquina y regresamos para cenar en casa.
Llegó la hora de dormir. Una vez más, debido al calor, me desperté como a las dos de la mañana para refrescarme, y, una vez más, ahí estaba ese imbécil parado afuera de mi casa, llamé a la policía, pero me ignoraron por completo y me dijeron que llamara si la persona entrara, claro que si este tipo entraba le iba a vaciar el cartucho, por supuesto que no iba a llamar a la policía.
Una vez más el tipo caminó por el pasillo, rápidamente encerré a mi mujer en el baño y tomé mi arma, le quité el seguro y ahora salí, sin hacer ruido, por la puerta de enfrente, para llegarle por atrás al tipo y sorprenderlo de un tiro.
Cuando me asomé en el pasillo lo único que vi fue a un gigantesco gato, como de metro y medio, con las mismas características que mi vecino me había dicho.

Di un disparo al aire y ese extraño animal volteó, me miró con sus feos y grandes ojos negros, no parpadeaba, no movía ni un solo pelo, solo me observaba, eso me causó escalofríos.

Esa cosa, disimuladamente comenzó a sacar sus garras, yo sabía que no me daría tiempo de apuntar mi arma y disparar, pues esa cosa debía ser bastante rápida, era un gato finalmente, así que lo que hice fue correr de regreso al interior de mi casa.
Pude escuchar como la mugre esa golpeaba y araña la puerta mientras gruñía intentando meterse por la fuerza, empujaba la puerta muy fuerte.
De pronto el gato gigante saltó a través del vidrio y entró a la casa, pero se había hecho cortes importantes debido a las botellas rotas que yo había colocado, el gato blanco se quejó de dolor, estaba sangrando, intentó atacarme, pero no podía ponerse en pie, solo se arrastraba, pero seguía dando miedo, más miedo me dio cuando aquel blanco y gigantesco blanco de ojos negros se convirtió en humano delante de mí.
Yo me quedé perplejo ante lo que estaba viendo, lo que yo tenía enfrente era, sin duda alguna, un Nahual. Yo, impactado y asustado, abrí la puerta y salí, para alejarme de esa cosa, sabía que en su estado no era un peligro para mí ni para mi novia que estaba encerrada en el baño.

El tipo, muy herido y sangrando mucho de las piernas, se arrastró para salir de mi casa y se fue arrastrándose por la calle hasta que lo perdí de vista.

Eso había sido demasiado impactante, tanto que no había notado el rastro de sangre que había dejado el Nahual dentro y fuera de mi casa, rápidamente medio limpie el desastre para poder sacar a mi novia del baño y que no viera la sangre.
Ella me preguntó qué había pasado y le dije que el tipo había lanzado una piedra y por ese todo el escándalo, pero que ya lo había corrido y que podía dormir en lo que yo levantaba los vidrios.
Ella se quedó más tranquila y se fue a dormir. Yo aproveché para limpiar todo bien, hasta la banqueta, la calle claramente no la iba a limpiar.

Ese Nahual nunca volvió a acercarse a mi casa, por suerte, pero no sé si algún día regresará….

 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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