El Campamento Historia de Terror

El Campamento Historia de Terror

Me llamo Sergio y esto que te voy a contar la viví en carne propia hace como unos cuatro años El Campamento Historia de Terror, cuando recién salí de la preparatoria, y aunque a veces creo que ya lo estoy superando, hay muchas cosas que aún no logro explícame todavía, pero la verdad, la mayoría de las veces evito hablar de esto, porque aún me sigue causando mucho desconcierto y miedo.

Empezaré contándote que en ese tiempo estaba a unas semanas de terminar la preparatoria, y en aquella ocasión estábamos decidiendo como festejaríamos la terminación de nuestros estudios, la mayoría de mis compañeros del salón estaban muy emocionados con irnos de campamento a una Reserva, a acampar unos días al bosque, porque aunque convivíamos a diario desde hace tres años, nos dio la nostalgia de que ya no nos veríamos después de graduarnos, y algunos de ellos lo propusieron para convivir hasta el último momento juntos, casi todos en el salón estuvimos de acuerdo, fue entonces que Ricardo, el más emocionado con ésta idea, nos comentó que tenía unos familiares que trabajaban en uno de estos campamentos, y que si queríamos, ellos se encargarían de organizarlo todo por nosotros, desde la renta del transporte, para llevarnos y traernos, hasta ser nuestros guías en las actividades todo el tiempo que nos quedáramos ahí, y por supuesto, nos daría un precio especial como promoción, ya no tuvimos que pensarlo mucho, la mayoría del grupo votó a favor del campamento y porque los familiares de Ricardo se encargaran de organizarlo todo.

Yo en ese entonces llevaba casi tres años de novio con Sandra, empezamos andar desde las primeras semanas que entramos a la preparatoria, yo la quería muchísimo, y por supuesto me emocionaba irnos de campamento juntos, y así podríamos aprovechar para celebrar nuestro aniversario y su cumpleaños, los últimos los habíamos festejado con su familia, pero esta vez lo podríamos hacer solos, para esto sus papás ya me conocían, ya entraba a su casa como su novio, por eso cuando les pedimos permiso para que la dejaran ir al campamento, no pusieron ningún «pero», solo su mamá se me acercó discretamente y me dijo que me la encargaba muchísimo, yo le dije que no se preocupara, que yo lo cuidaría.

La excursión la planeamos para el último día de clases, saldríamos ese mismo viernes por la tarde, nos la pasaríamos todo el fin de semana ahí y regresaríamos hasta el lunes pasado el mediodía, el plan era pasar tres noches en el bosque junto a un lago, haríamos fogatas, andaríamos a caballo, remaríamos, en fin, todo lo que pudiésemos hacer, en verdad llegué a pensar que sería un viaje único, que la pasaríamos muy bien, aunque no me equivoqué en eso de que sería inolvidable.

Un sábado antes de nuestro campamento, dejé a Sandra temprano en su casa, después de que fuimos al cine, porque me dijo que saldría a comer por la tarde con Nora y Lizbeth, también amigas del salón, el domingo solo nos mandamos unos cuantos mensajes por teléfono, al parecer se sentía un poco mal por haber bebido más de la cuenta la noche anterior, la dejé descansar ese día para que se recuperara, pero al día siguiente, el lunes, ya no se presentó a clases, me preocupé un poco, era una semana importante porque nos estarían entregando nuestras calificaciones finales, en un espacio que tuvimos entre las clases, le marqué varias veces, pero no me respondió, supuse que todavía tendría algo de resaca, así que ya no insistí, pero como a medio día me envió un mensaje, al parecer tenía algo de temperatura desde ayer y solo estaba esperando a que llegara su mamá del trabajo para que la llevara al doctor, le respondí que si quería que la acompañara, pero ya no me contestó, se me hizo raro, pero ya no le marqué hasta la tarde cuando llegué a casa después de la escuela, apenas y la escuchaba, me dijo que seguía un poco mal, que aún tenía cerrada la garganta y algo de calentura, pero que ya la había revisado la doctora y le había mandado algunos medicamentos, al parecer solo era una infección en la garganta, que ella esperaba que se le pasara pronto, antes de colgar me dijo que no iría estos últimos días a la escuela para recuperarse y estar lista para nuestra salida, le dije que solo se preocupara por descansar para que estuviera bien, y que pasaría a verla mañana por la tarde. Al otro día después de clases me fui directo a su casa, pero la que me recibió fue su hermana Karla, me dijo que seguía enferma, que incluso había tenido mala noche y que no había podido dormir bien desde hace varios días, y que hace unas horas le habían dado un medicamento algo fuerte para que pudiera conciliar el sueño, me quedé preocupado y un poco triste por no poder verla, no pensé que estuviera tan mal, al menos no la había escuchado así cuando hablamos por teléfono, me despedí de Karla y me fui a casa algo cabizbajo, pero aún tenía la esperanza de que se recupera para nuestro campamento.
Los siguientes días estuvimos en contacto solo por mensajes y llamadas, el jueves por la noche me contó que la habían llevado otra vez con la doctora, porque al parecer los medicamentos no le estaba haciendo efecto, le cambiaron algunas medicinas y la mandaron a que se realizara varios estudios para descartar otras enfermedades, pero que ya se sentía un poco mejor y que estaba tratando de convencer a sus papás para que la dejaran ir mañana a la Reserva, le volví a insistir que no se preocupara por eso, que lo más importante en este momento era su salud, solo me respondió con un «está bien» apagado, nos despedimos y colgué. Aquella noche no pude dormir bien, me desperté agitado varias veces durante la madrugada, sentía que la respiración me faltaba, pero al poco rato me tranquilizaba y me recostaba de nuevo, fue muy extraño, porque por más que lo intentaba, no podía recordar que es lo que había estado soñando para ponerme así, apenas y dormí unas horas, aun así, me desperté muy temprano, por fin había llegado el tan esperado viernes de nuestro campamento y también nuestro último día de clases, aunque la verdad fuimos pocos los que nos presentamos, y prácticamente solo fuimos a despedirnos de nuestros maestros y de nuestros compañeros que no irían con nosotros, al salir de la escuela me fui caminando a la parada del camión con Mario y Alberto, mis mejores amigos de la prepa, íbamos platicando muy emocionados de todo lo que haríamos, entonces Alberto nos comentó que al parecer Nora y Lizbeth no irían, porque que habían estado muy enfermas casi toda la semana, eso me llamó mucha la atención y les dije que Sandra también había estado mal en los últimos días, y sin pensarlo mucho, les comenté que a lo mejor habían comido algo echado a perder ese sábado, fue entonces cuando los dos se me quedaron mirando un poco sospechosos, eso me sacó de onda y les pregunté que por qué ponían esa cara, entonces Alberto como no queriendo me dijo que no habían ido a comer esa tarde, sino que se habían ido a casa de Nora a jugar la ouija, yo me quedé muy sorprendido, pero traté de disimularlo, en un primer momento lo dudé, porque Sandra no era muy fan de esas cosas de espantos, es más, que yo supiera ni siquiera le gustaban las películas de terror, pero Alberto continuó y me dijo que era algo que ya habían planeado desde hace meses y que habían querido hacerlo antes de salir de la escuela, y aprovecharon ese sábado para jugarla en su casa, porque la familia de Nora había salido desde temprano, y tuvieron la casa sola para ellas toda la tarde, pero que al parecer, según le contó Nora, las habían espantado muy feo, porque después de haber estado jugando por un buen rato, el triángulo que va marcando las palabras sobre el tablero, se había movido solo sin que ninguna tuviera las manos sobre él, que prácticamente había salido volando de la mesa como si alguien le hubiera dado un manotazo, y que en ese preciso momento las lámparas de la sala empezaron a prenderse y apagarse, fue entonces cuando empezaron a escuchar cómo se azotaba la puerta de la entrada y como arañaban los vidrios de la ventana de la sala, que la verdad sí se les había puesto bien intensa la cosa, que hasta Lizbeth se les desmayó, y que se hubiera puesto peor de no haber sido porque la familia de Nora llegó más temprano de lo esperado, y las ayudaron a tranquilizarse, sino quien sabe que hubiera pasado… Alberto terminó de contarnos, yo me quedé completamente en silencio, Sandra no me había comentado nada de eso en todos estos días que habíamos estado hablando por teléfono, entonces Alberto al ver mi cara de sorpresa, me pidió de favor que no dijera nada de lo que nos acaba de platicar, porque se lo había prometido a Nora, yo le dije que no se preocupara, que no se lo diría a nadie, mucho menos a Sandra, la verdad estaba muy sacado de onda con todo esto, en ese momento pasó el camión que iba para mi casa, me despedí de ellos y les dije que los veía más al rato. Llegué a mi casa desanimado, me preguntaba una y otra vez porque Sandra no me había querido decir nada de lo que les había pasado ese sábado, pero traté de ya no pensar más en todo esto, dejé la mochila en el sillón y me senté a comer con mi mamá y mis hermanos, más tarde revisé mi maleta nuevamente, tenía todo listo para el campamento.
Recuerdo que fui uno de los primeros en llegar a la explana frente a la escuela, ya estaban esperándonos Alicia y Raúl, los familiares de nuestro compañero Ricardo que nos había hecho el favor de organizar la salida, junto al autobús que se había rentado para llevarnos, los saludé y me quedé con ellos, no tuvimos que esperar mucho, poco a poco fueron llegando todos los del salón, Mario y Alberto llegaron junto con Nora y Lizbeth, en verdad se veían muy pálidas y demacradas, se acercaron a saludarme y se quedaron ahí conmigo platicando, al cabo de un rato la mayoría de mis compañeros llegaron, de la que no veía ni sus luces era de Sandra, le había estado mandado mensajes todo el día y ya le había marcado varias veces, pero no me contestaba, aun así pensé que tal vez podría venir en camino, pero cuando nos pidieron que abordamos el autobús para irnos, volví a marcarle y nada, entonces simulé que hablaba con alguien para ganar un poco de tiempo, pero Alicia y Raúl nos dijeron que ya no podíamos esperarnos más, a regañadientes me subí y me fui hasta la parte de atrás del autobús, me sentí muy triste, había perdido cualquier esperanza de que llegara, el chofer arrancó, pero apenas había avanzado unos metros cuando se detuvo y abrió sus puertas, emocionado vi como subía Sandra toda apresurada, caminó por el pasillo, disculpándose con todos por su tardanza, hasta el fondo donde yo estaba, me levanté y la abracé muy fuerte, la sentí un poco más delgada que de lo de costumbre, se veía muy pálida y ojerosa como Nora y Lizbeth, entonces el autobús reanudó la marcha, nos sentamos, ya más tranquilos empezamos a platicar, después de un rato noté que aunque me miraba a los ojos parecía estar en otro lugar, estaba como ida, eso me preocupó mucho, la volví abrazar y ella se acurrucó entre mis brazos sin decirme más, y así nos quedamos un rato en silencio, solo miraba a través de la ventanilla, más adelante, de la nada, empezó a llorar quedito, le pregunté que si estaba bien, se separó de mí y me miró muy seria, parecía como asustada y dudosa en querer decirme lo que le estaba pasando, entonces le dije que podía confiar en mí, ella finalmente suspiró resignada y me dijo que en los últimos días había tenido una pesadilla que no la había dejado dormir bien, que le parecía tan real todo lo que pasaba que la hacía dudar de que fuera un sueño, traté de consolarla y le pedí que me lo platicara, respiró profundamente como para darse valor, hizo una pausa y empezó a contarme… ella aparecía de pronto caminando en un sendero de pequeñas piedras rojizas, como gravilla, en medio de un campo enorme de flores negras con los pétalos ya secos y que un viento suave desmoronaba poco a poco a su paso, iba descalza porque podía sentir como le lastimaban las piedras, me dijo que tenía la sensación de haber caminado mucho porque le dolían los pies y las piernas, entonces al levantar uno de sus pies para revisárselo, se daba cuenta de que tenía varias llagas abiertas y ensangrentadas en la planta del pie, de las cuales escurría un líquido viscoso de color negro, que despedían un intenso olor a podrido, aterrada soltaba su pie y al levantar la vista, frente a ella, sobre el mismo sendero, aparecía un árbol enorme, seco, sin una sola hoja, con gran parte del tronco envuelto en llamas, y en una de sus ramas más larga y gruesa, aparecía colgada del cuello el cuerpo de una mujer muy joven en camisón blanco, descalza, de cabello negro a los hombros, con el rostro completamente amoratado y con varias heridas sangrantes en las mejillas, como arañazos, tenía los ojos cerrados y una horrible lengua negra de fuera, tras ella, en el cielo, las nubes relampagueaba una y otra vez, hasta que de pronto se escuchaba un trueno que lo cimbraba todo, y entonces empezaba a llover muy fuerte, al mismo tiempo que el viento empezaba a balancear bruscamente de lado a lado el cuerpo de aquella joven en el árbol, me dijo que aquel movimiento era tan hipnótico que no podía quitarle la vista de encima, hasta que sin esperarlo, aquella mujer colgada del árbol abría los ojos y se le quedaba mirando de una manera tan siniestra, que le hacía sentir un escalofrío que le recorrió toda la espalda, erizando sus cabellos, y entonces aquel cuerpo inerte se empezaba a convulsionar y a reír macabramente, ella horrorizada se daba la media vuelta y empezaba a correr desesperada sobre ese mismo sendero, pero que por más que lo hacía parecía que no se alejaba de ahí, hasta que finalmente se daba cuenta de que sus piernas se hundían hasta la rodilla en un lodazal negro, me dijo que era tanta su desesperación al sentirse atorada en ese pantano, que intentaba jalarse las piernas con ambas manos para tratar de sacarlas de ahí, pero que acabó por arañárselas y desprenderse la piel, que fue una sensación muy aterradora sentir su propia sangre entre sus manos, y que por más fuerte que gritaba pidiendo ayuda, ningún sonido salía de su boca, que ni siquiera se podía escuchar a sí misma, pero que, sin embargo, si podía escuchar el resoplido del fuego que envolvía al árbol y aquella risa macabra de la mujer colgada detrás de ella… en ese momento vi que le costaba respirar, abrí la ventanilla del autobús y la recargué en el asiento, poco a poco se fue tranquilizando. Si te soy muy honesto me quedé muy impresionado, sobre todo por la forma en que me lo fue describiendo, que ya no pude sacarme de la cabeza durante muchos años aquella imagen de la mujer colgada en el árbol burlándose de ella, y no pude evitar dejar de pensar que esto tenía que ver con lo que le contó Nora a Alberto sobre haber jugado con la ouija, pero no quise decirle en ese momento que ya sabía lo que habían pasado, la abracé, hasta finalmente se quedó dormida, cerré la ventanilla y la dejé descansar el resto del camino.
Unas horas después el camión se estacionó lentamente a un costado de la Reserva, con el escándalo de mis compañeros festejando que habíamos llegado, Sandra se despertó, parecía un poco más animada, nos levantamos de nuestros asientos y agarramos nuestras maletas, fuimos los últimos en descender del autobús, la verdad es que estaba muy bonito el paisaje, desde donde estábamos se podía ver un bosque muy grande y al lado estaba un lago de aguas verdes, con varias lanchas y un pequeño puerto de madera, a nuestro costado derecho se podía ver una caballeriza y otros corrales, y del otro lado pegado hacía el cerro, había varias cabañas de madera, como si fuera una pequeña aldea, abracé muy contento a Sandra y le dije que todo estaría bien, en ese momento Alicia y Raúl, nuestros coordinadores, nos pidieron que nos esperáramos ahí mientas ellos se dirigían a la administración de la Reserva para registrarnos, todos estábamos muy emocionados, al cabo de unos minutos pasaron por nosotros, los seguimos caminando sobre una vereda de gravilla durante varios minutos, hacía un espacio medio plano y sin árboles entre el bosque y el lago, ahí nos indicaron la zona que podíamos ocupar para acampar y nos pidieron de favor que armáramos nuestras tiendas de campaña porque ya estaba anocheciendo, Sandra y yo pusimos la nuestra junto a la de Mario y Alberto, del lado del bosque, y como acabamos rápido, Raúl nos pidió de favor que lo ayudáramos a recolectar algo de leña para hacer una fogata en el centro del campamento, Sandra se quedó ayudando a Teresa y Rosalía, otras de nuestras amigas del salón, con el armado de su tienda, mientras Mario, Alberto y yo empezamos a buscar leña, como no había mucha a nuestro alrededor, sin querer nos fuimos acercando al bosque, yo estaba tan entretenido recolectando ramas y pedazos de madera, que no me di cuenta de que me fui metiendo cada vez más entre los árboles, y no fue hasta cuando dejé de escuchar el escándalo de mis compañeros que enderecé la cabeza para buscarlos, había un silencio muy profundo y estaba rodeado por arbustos y árboles, inquieto volteé a todos lados para tratar de ubicarme, pero todo se veía igual a mi alrededor, y a pesar de que era una tarde muy soleada y calurosa, empecé a sentir mucho frío, hasta el punto que empecé a temblar, fue en ese momento que me pareció escuchar una voz de mujer a mi espalda, a un volumen muy bajito que me decía: «abrázame», yo sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo y en eso oí ruidos entre las ramas, volteé asustado, pero no había nadie, sin pensarlo mucho empecé a caminar hacia al frente, del miedo sentía que las piernas se me doblaban, tenía aquella sensación de cuando sientes que alguien te está mirando y tú no puedes ver a esa persona, seguí caminando más aprisa, y fue entonces cuando escuché como si se hubiera trozado la rama de un árbol a mi costado, no volteé siquiera, pero de reojo me pareció ver la silueta de una persona entre las ramas altas de los árboles, en ese momento se me vino a la cabeza la mujer de la pesadilla de Sandra, entonces empecé a caminar cada vez más rápido, llegó un momento en que prácticamente iba corriendo con la leña entre los brazos sin saber realmente a donde iba, solo quería salir de ahí, escapar de esa sensación de miedo, pero parecía que solo estaba dando vueltas en el mismo lugar, todo el bosque parecía igual, ya me estaba desesperando mucho, incluso estuve a punto de ponerme a gritar, cuando de pronto frente a mí, a unos pasos más adelante, entre los arbustos, me pareció ver las tiendas de nuestro campamento, respiré aliviado y corrí como un loco hasta allá, al salir de entre los árboles volví a sentir el calor de la tarde, me quedé parado ahí un momento tratando de recuperar el aliento, todos seguían en los suyo, armando sus tiendas, platicando, jugando, entonces vi a Raúl agachado sobre un montón de leña para la fogata, me acerqué a él ya más calmado para darle lo que yo traía, al verme levantó la cabeza y se me quedó mirando extrañado, me preguntó qué si estaba bien, yo solo asentí con la cabeza, entonces me dijo que me notaba un poco pálido y asustado, le insistí que todo estaba bien, no sé si me creyó porque se me quedó mirando dudoso un instante más, finalmente se alzó de hombros y me pidió que lo apoyara a prender la fogata porque ya estaba por oscurecer, en ese momento se nos acercaron Mario y Alberto para ayudarnos, con eso nos entretuvimos un buen rato y se me olvidó un poco lo que acababa de pasar en el bosque, pero apenas terminamos de encender la fogata, cuando nos llamó la atención como el cielo empezaba a relampaguear, fue muy extraño porque no escuchamos ni un solo trueno y aun así las nubes se alumbraba con unos tonos violetas y grises, todos nos quedamos mirando embobados por unos minutos, pero poco a poco se fueron apagando aquellos destellos hasta que todo quedó en calma otra vez, por fortuna esa noche no nos llovió, al poco rato nos juntamos todos alrededor de la fogata para cenar y después, Mario, que sabía tocar muy bien la guitarra, se puso a cantar varias canciones que coreamos todos muy divertidos, en ese momento volteé a ver discretamente a Sandra que estaba a mi lado, se veía de mucho mejor ánimo, al parecer todo iba muy bien.
Estuvimos cantando hasta pasada la media noche, entonces a José Luis, uno de nuestros compañeros más relajientos, se le ocurrió la brillante idea de que contáramos historias de terror, el grupo lo animó a que él empezara, no se hizo mucho del rogar… inició su relato preguntándonos si sabíamos por qué habían suspendido todas las excursiones de la prepa durante algunos años, todos le respondimos que no sabíamos, hizo una pausa y entonces nos empezó a contar que hace cuatro años, un grupo de sexto semestre de la escuela, se organizó para salir de campamento a una Reserva por varios días, pero que en la primera noche que acamparon, tres chicas que estaban paseando a la orilla del lago, y que entre juegos se estaban empujando, entonces una de ellas cayó al agua, dicen que la joven se alcanzó a poner de pie y que el agua le llegaba un poco más abajo de las rodillas, las tres reían divertidas, cuando en ese momento vieron horrorizadas que aparecieron unas manos cadavéricas que salían del agua detrás de ella, que la sujetaron de las piernas y la jalaron hacia él abajo, la chica alcanzó a gritar desesperada cuando se hundía, sus amigas aterradas corrieron tras ella y la alcanzaron agarrar de los brazos, pero aquella cosa bajo el agua era tan fuerte que las sumergió a las tres y las arrastró a la parte más profunda del lago, entonces a una de las chicas se le zafó el brazo de su amiga, y aunque no podía ver nada bajo el agua, manoteó desesperada y alcanzó a salir a la superficie, fue entonces que con mucho esfuerzo nadó hacia la orilla, el agua estaba helada y sentía todo el cuerpo entumecido, pero apenas llegó, se levantó como pudo y corrió hacia el campamento pidiendo ayuda, ante los gritos desesperados de la chica, varios de sus compañeros corrieron auxiliarla y se lanzaron al agua a buscar a las otras dos estudiantes, mientras otros compañeros corrieron a pedir ayuda a los vigilantes de la Reserva, todo sucedió en cuestión de unos minutos, y a pesar de que actuaron muy rápido solo pudieron rescatar con vida a una de las jóvenes, por la primera chica, la que jalaron aquellas manos del lago, no pudieron hacer nada, algunos de sus amigos la intentaron reanimar dándole los primeros auxilios, pero nada, ni siquiera cuando llegaron los paramédicos de la ambulancia que intentaron el RCP varía veces, pero todo fue en vano, ya no despertó, les dijeron que probablemente había muerto por hipoxia, a la otra chica la subieron a la ambulancia y se la llevaron al hospital, todos en el campamento estaban impactados con la noticia, pero la joven que había podido salir del agua para pedir ayuda estaba devastada, y entonces empezó a gritar que había sido su culpa y sin decir más se echó a correr al bosque, algunos de sus compañeros que pudieron reaccionar rápido la siguieron, pero al cabo de unos minutos se regresaron, ya que estaba tan oscuro que no podían ver más allá de unos cuantos pasos al frente, aquella noche no hubo luna, entonces los vigilantes de la Reserva se organizaron con los chicos del campamento en pequeños grupos para ir a buscarla, se armaron con lámparas y una radio, y se adentraron al bosque, casi después de una hora, escucharon los gritos de alarma de uno de los equipos, todo el campamento corrió hacia allá, al llegar, alumbrados por sus lámparas, descubrieron aterrorizados el cuerpo de la chica colgado de un árbol con su propio suéter, los que la vieron ese día cuentan que tenía los ojos desorbitados, la lengua de fuera y toda la cara, los brazos y las piernas ensangrentados, como si alguien los hubiera arañado o rasguñado con saña, los vigilantes se apresuraron a bajarla, pero ya no respiraba, ya estaba toda amoratada, algunos de sus compañeros cuentan que creen que se ahorcó por la culpa que sintió por haber aventado a su amiga al agua y por haber soltado su brazo cuando aquellas manos del lago la jalaba hasta el fondo y dejar que muriera, otros dicen que parecía que algo o alguien fue quien la atacó y después la ahorcó, porque no se explicaban como se había podido hacer tantas lesiones ella sola, o colgarse de una rama tan alta… todos nos quedamos mudos cuando nuestro compañero José Luis terminó su relato, y como no queriendo, varios de nosotros volteamos a ver discretamente el lago que teníamos a lado con cara de terror, Alicia y Raúl se dieron cuenta de que había sido una muy mala idea contar este tipo de historias, entonces nos dijeron que mejor nos fuéramos a descansar, ya que mañana nos esperaba un día con muchas actividades, la mayoría del grupo protestó porque querían seguir escuchando historias de espantos, pero en cuanto se empezó a correr el rumor de que el relato que acababa de contar nuestro compañero había pasado en realidad, todos en el campamento nos quedamos, por segunda ocasión, en completo silencio y nos empezamos a dispersar hacía nuestras tiendas, fue hasta ese momento que me percaté que Sandra tenía la mirada perdida hacia el frente y estaba temblando toda como si tuviera mucho frío, me quité la chamarra y se la puse sobre los hombros, la abracé muy fuerte y le dije que todo estaría bien, que solamente era una estúpida historia inventada por José Luis, y que lo demás que se decía, de que había pasado en verdad, solo eran rumores, inventos de los compañeros, pero estaba tan asustada que no podía ni hablar, así que mejor nos volvimos a sentar frente a la fogata, en ese momento se nos acercaron Teresa y Rosalía, Sandra trató de disimular su miedo y empezamos a platicar de lo bien que estaba resultando nuestra salida, después de un rato se nos acercaron Alicia y Raúl, para decirnos nuevamente que nos fuéramos a descansar, entonces nuestras amigas le dijeron a Sandra que se quedara con ellas a dormir en su tienda para seguir platicando, sin pensarlo mucho les dijo que sí, nos dimos un beso apresurado y se fueron, yo me encaminé hacia la tienda de Mario y Alberto, yo digo que ya me estaban esperando, porque apenas me había metido en su tienda y me acomodaba, cuando Alberto agarró su mochila, nos sonrió burlón y sacó un six, le dio una a Mario, luego una a mí, él agarró una y el resto las dejó ahí en medio de todos, destapó su cerveza y antes de darle el primer trago nos dijo muy serio que al relato que nos acababa de contar José Luis le faltaban muchos detalles, Mario apresuró su trago y le preguntó que cómo sabía eso, entonces Alberto nos dijo que la historia si había sucedió en verdad hace unos tres años, y que le había pasado al grupo de su hermana mayor, Rocío, quien también había estudiado en nuestra prepa y que ella fue muy amiga de la chica que se había ahogado, que se llamaba Lourdes, y de la chica que supuestamente se había ahorcado, que se llamaba Elena, y que para empezar no habían sido ellas quienes la empujaron al lago, que todo empezó poco después de que cenaron y se pusieron a cantar y a bailar alrededor de la fogata, que todos sus compañeros la estaban pasando muy bien, fue entonces cuando Lourdes se acercó a Rocío y le comentó que ya llevaba varios días enferma, y que a pesar de haber ido al doctor, todavía sentía por momentos mareos, pero que al menos ya no tenía temperatura por la noche, porque hubo ocasiones que incluso estuvo delirando, pero que lo peor de todo lo que le estaba pasando, y que le estaba quitando el sueño en verdad, era aquella horrible pesadilla que tenía tan recurrente en los últimos días, en donde aparecía una chica ahorcada en un árbol, “que le parecía tan real todo lo que pasaba que la hacía dudar de que fuera un sueño”, en ese momento se me heló la sangre y sentí como se me erizaba el cabello de la nuca, era la misma descripción, y contada con las mismas palabras que me había dic
ho Sandra hace unas horas antes, cuando me platicó lo que le pasaba, yo creo que Alberto notó que me puse pálido y me preguntó que si estaba bien, le dije que sí, que continuara, entonces nos dijo que Lourdes le contó además a su hermana, que unos días antes de la salida, había jugado a la ouija con unas amigas, en la casa de Elena, y que las habían espantado mucho, y que desde esa misma noche empezó a tener aquella horrible pesadilla, entonces Rocío vio como Lourdes se le desvanecía, pero la alcanzó abrazar para sostenerla, creyó en ese momento que a lo mejor estaba un poco tomada, y por eso no les avisó de inmediato a los coordinadores del campamento, entonces discretamente le hizo señas a Elena, que estaba platicando con otros compañeros, para que se acercara ayudarla, entre las dos la levantaron para llevarla a su tienda para recostarla, y para no pasar frente a los coordinadores, decidieron rodear el campamento, por lo que se fueron por la orilla del lago, fue entonces cuando sintieron que algo les jalaba a Lourdes de los pies y la arrastraba hacia el agua, desesperadas, sin saber que estaba pasando, la alcanzaron a sujetar de los brazos, pero esa cosa que la jalaba lo hacía con tanta fuerza, que las arrastró a las tres, todo fue tan rápido que no tuvieron tiempo de nada, de pronto se
encontraban sumergidas en la parte más profunda del lago, Roció le dijo que no podía ver nada, y que solo recuerda que empezó a manotear angustiada, porque sentía que le faltaba el aire, hasta que de pronto sintió como se le resbalaba el brazo de Lourdes, de ahí, lo único que recordaba, es estar vomitando agua a la orilla del lago, y que entonces se levantó como pudo y corrió a avisarles a sus compañeros y a los vigilantes del campamento, todos corrieron a auxiliarlas, pero a pesar de los esfuerzos, solo pudieron rescatar el cuerpo de Lourdes, porque el de Elena no lo pudieron encontrar, y que no fue hasta después de casi una hora, cuando escucharon un grito aterrador en lo profundo del bosque, entonces algunos de los vigilantes y de sus compañeros, decidieron ir a investigar qué es lo que había pasado, y fue entonces cuando encontraron a Elena colgada de un árbol, Roció le contó a Alberto que todavía estaba viva cuando la bajaron, pero que ya no aguantó el traslado al hospital, se murió en el camino en el coche de uno de los coordinadores, nadie en el campamento se podía explicar cómo había llegado hasta ahí, si se suponía que se había hundido con Lourdes en el fondo del lago… Alberto hizo una pausa para darle otro sorbo a su cerveza, los tres nos quedamos en silencio, hasta que Mario empezó a platicar de otras cosas, yo no podía dejar de pensar en todo lo que nos acaba de contar y me preocupe por Sandra, pero a la vez, también me dio mucho miedo creer que esa historia se estuviera repitiendo de alguna manera con nosotros, no sabía ni qué hacer, ni a quién contarle para que me ayudara, ¿quién me creería?, seguí bebiendo mi cerveza y puse cara de que le ponía atención a su plática, pero en realidad lo único que quería hacer era ir por Sandra y salir corriendo de ahí, pero no quise comentarles nada a ellos, aunque me sorprendía que Alberto no viera las semejanzas con lo que le había contado Nora, así estuvimos, bebiendo otras cervezas y charlando otro rato, hasta que Mario y Alberto se quedaron dormidos, yo no podía quitarme aquella imagen de la chica colgada del árbol, y por más que lo intenté no conseguí dormirme, aunque fuera unos minutos, entonces me dieron ganas de ir al baño, me arrastré de la tienda con cuidado para no despertarlos, salí y me encaminé hacia los primeros árboles frente al campamento, la temperatura había bajado muchísimo, temblaba de frío, pero no quise regresarme por la otra chamara que tenía en la tienda, la neblina ya cubría la parte baja del bosque y la superficie del lago, la verdad es que aquel paisaje se veía muy tenebroso, me metí entre los primeros arbustos que encontré y empecé a orinar, ya casi terminaba cuando escuché el crujir de las hojas secas en el piso, detrás de mí, como si alguien se acercara, no me asusté, en un inicio porque pensé que podía ser Mario o Alberto que también habían venido hacer del baño, giré la cabeza para ver quién era, pero no había nadie alrededor, solo las tiendas de campaña del campamento a lo lejos, y entonces volvió a pasar, escuché otra vez aquella horrible voz, como si me estuviera hablando al oído, que me decía: «abrázame», primero fue como un lamento muy suave, pero cada vez que lo repetía era cada vez más fuerte, me asusté mucho, apresurado me subí el cierre y me giré lo más rápido que pude para regresarme, pero entonces la neblina ya lo cubría todo, aunque eso era imposible, si apenas hace un segundo podía ver hasta donde estaba el campamento, entonces empecé a caminar a grandes zancadas sin mucha idea de hacia donde dirigirme, avancé varios metros, hasta que mis pies tropezaron con una gruesa rama que no alcancé a ver y me fui de boca sobre la tierra, al querer meter las manos para detener mi caída, se resbalaron con el lodo y mi cara se estrelló contra el suelo, ¡estaba a la orilla del lago!, ¿cómo había llegado hasta ahí?, asustado me enderecé lo más rápido que pude, pero al querer ponerme de pie, sentí que el piso se me movía, desesperado me limpié las manos en la playera y después me quité el lodo de los ojos y fue entonces cuando la vi, era Sandra que caminaba como sonámbula, con el agua hasta las rodillas, me levanté y le grité varias veces, pero ella no parecía escucharme, entonces traté de correr hacia ella, pero a cada paso que daba se enterraba mis pies en el fango y me costaba mucho sacarlos de nuevo, apenas avance unos metros y le volví a gritar desesperado, esta vez pareció que me escuchaba porque se detuvo y abrió los ojos sorprendidos como si despertara, y al darse cuenta donde estaba trató de salir de ahí, pero en ese momento aparecieron unas manos cadavéricas en el agua, que la sujetaron de las piernas, yo seguía avanzado como podía hacía ella, solo escuchaba sus gritos desesperados pidiéndome ayuda, y cuando ya estaba a punto de alcanzarla, aquellas manos la jalaron tan fuerte que la sumergieron, yo alcancé a sujetarla de uno de sus brazos y nos arrastró a los dos hasta el fondo, sin soltarla nadé con todas mis fuerzas hacía ella hasta poder abrazarla, ella con su brazo libre manoteaba para tratar de salir a la superficie, en ese momento busqué las manos que la aprisionaban de las piernas, al tocarlas sentí como si hubiera agarrado un pedazo fierro caliente, eso era imposible, el agua estaba helada, entonces empecé a patear aquellas manos y brazos, el aire se me acababa, hasta que por fin sentí que la soltaron, fue entonces que pudimos nadar hasta la superficie, fue tan grande el escuerzo que Sandra se me desmayó, pase mi brazo alrededor de su cuello y nadé con todas mis fuerzas hasta la orilla, ya no se movía, entonces la cargué y alcancé a llegar a las primeras tiendas de campaña, fue cuando me caí de rodillas y empecé a gritar pidiendo ayuda, la dejé en el piso y empecé a reanimarla, presionando su pecho y dándole respiración de boca a boca, no tardaron en llegar mis compañeros y los coordinadores, en ese momento Sandra empezó a convulsionarse, me asusté y me hice hacia atrás, y de pronto dejó de moverse, contuve la respiración, todos alrededor se quedaron inmóviles y en silencio, yo sentía que la perdía, pero en ese momento empezó a vomitar el agua que había tragado, me acerqué otra vez y la abracé para sentarla, ya no pude más y empecé a llorar muy fuerte sobre su hombro, Raúl nos cubrió con una manta, mientras Alicia marcaban a la administración de la Reserva, todos los demás seguían como pasmados, fue entonces que se acercaron Mario y Alberto y nos ayudaron a levantarnos, caminamos hacia e
l centro del campamento, nos sentamos cerca de la fogata, estábamos congelándonos, tiempo después llegó una ambulancia y una camioneta, al parecer eran los administradores, los paramédicos nos revisaron, al parecer estábamos bien, pero uno de ellos se fijó en las quemaduras en las piernas de Sandra y en mis manos, y nos preguntó que nos había pasado mientras nos curaba, Sandra me miró suplicante, entonces le inventé que nos habíamos atorado con una cuerda en el fondo del lago y al querer zafarnos nos jalamos tan fuerte nos había provocado esas quemaduras, siento que no nos creyó, pero ya no preguntó nada más, los que si nos estuvieron pregunte y pregunte qué había pasado fueron Raúl y Alicia, en compañía de las personas que llegaron en la camioneta, acabamos inventado que nos quedamos de ver el lago para estar juntos, pero que no vimos un pedazo de cuerda que estaba a la orilla, y que de alguna manera habíamos acabado
enredándonos en ella, no sé si nos creyeron, pero nos dejaron de preguntar, ya solo nos estuvieron regañando otro rato más, después se apartaron de nosotros y estuvieron hablando un rato con las personas de la camioneta.

Ya más tranquilos, nos reunieron a todos alrededor de la fogata para decirnos que continuaríamos con el campamento, pero que para mayor seguridad la Reserva nos daría unas cabañas que estaban retiradas del lago, en las faldas del cerro, todos se alegraron de que no tuvieron que cancelar nuestra salida, apenas amaneció levantamos nuestras tiendas de campaña y nos fuimos caminando para allá, en el camino tuve oportunidad de platicar con Sandra, y me contó lo que le había pasado en casa Nora cuando jugaron la ouija, que tenía mucho miedo, y que no recordaba todo lo que había pasado la noche anterior, que estuvo platicando con Teresa y Rosalía un rato, hasta que la venció el sueño y se quedó dormida, y de ahí hasta que escuchó mis gritos a lo lejos, que fue como si despertara, entonces se dio cuenta de que estaba en el lago y me vio corriendo hacia ella, y fue cuando sintió aquellas manos cadavéricas, como si fueran garras, que le sujetaron de las piernas… en ese momento empezó a llorar desconsoladamente, al momento yo no supe que decirle, tenía un nudo en mi garganta, y como pude le dije que todo estaría bien, sin pensarlo me detuve en medio del camino y me quité una cruz de plata que traía colgada en el cuello y se la puse.

Al regresar de nuestro campamento, les platicamos a nuestros papás todo lo que había pasado, y estuvimos yendo durante algunos meses con una curandera del pueblo de mi mamá. Sandra se recuperó y dejó de tener aquellas pesadillas, y parece que ha dejado todo eso atrás. Estamos a unas semanas de cumplir siete años juntos.
 
Autor: Luis Martínez
Derechos Reservados

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