Una Noche En La Farmacia Historia de Terror

Una Noche En La Farmacia Historia de Terror

Me llamo Luis, me dicen el Fonky, tengo 30 años y soy de Tamaulipas Una Noche En La Farmacia Historia de Terror.
Mi padre dejó a mi madre cuando yo tenía 13, ella se sumió en una profunda depresión y terminó saliendo por la puerta falsa 2 años después. Me quedé completamente solo, no tenía nada que me atara a México así que me crucé de forma ilegal a los Estados Unidos.

Allá viví por doce largos años, quiero dejar bien en claro que no regresé a México por gusto, sino que me deportaron.

Mucha gente tiene la idea absurda que vivir en el país del Tío Sam es el paraíso. La realidad es que uno tiene que tener dos trabajos para medio vivir. Estar allá es muy caro, y siendo un ilegal no tienes acceso a trabajos bien pagados.
El último año estuve trabajando en un negocio que separa la fruta según la calidad, y por las noches trabajaba en una cadena de comida rápida.
Como dije, vivir allá no es precisamente barato y ahorrar se vuelve una tarea titánica. Así que cuando me aventaron de regreso lo único que tenía eran unos cuantos cientos de dólares.
Afortunadamente, hice buenos amigos, uno de ellos vendió todo lo que encontró en la habitación que yo rentaba y me envió ese dinero, eran como setecientos dólares. Sabía que tenía que encontrar trabajo pues esos dólares se me iban a terminar más temprano que tarde.

Busqué en Facebook y encontré una franquicia farmacéutica que requería guardias nocturnos para tres de sus sucursales.

Me gustaría dar el nombre de la farmacia donde trabajo, pero no vaya a ser que se den cuenta y terminen corriéndome del trabajo.

En fin, mandé un mensaje a la persona que había publicado la vacante, me respondieron rápido y me citaron para una entrevista al día siguiente, el punto de reunión estaba en el centro de la ciudad.

Llegué temprano, 10 minutos antes de la hora pactada. La persona ya estaba ahí. Me invitó a pasar a la oficina. Me hizo preguntas sobre mi experiencia laboral y sobre mis motivos para querer el trabajo. Le expliqué mi situación, el entrevistador me dejó muy en claro que la paga estaba realmente lejos de lo que yo estaba ganando en Estados Unidos. Le dije que no había problema, ya que el horario nocturno me permitiría hacer algunos trabajos por mi cuenta durante la tarde y así poder tener más solvencia.
Me dieron el empleo. Me dijeron que me presentara esa noche a las 9:30 en una de las sucursales, una que estaba ubicada bastante cerca de donde yo estaba rentando, eso me agradó, ya que así no tendría que gastar en transporte.
Esa primera noche llegué diez minutos antes. Me recibió el gerente de la sucursal, me explicó rápidamente cuáles serían mis funciones y también me dijo que mi turno terminaba a las 7 de la mañana. El gerente era bastante agradable, inclusive me dijo que en la cocina me había dejado algo para cenar. Eran las 9:45 cuando me dijo que tenía que sacar la basura y llevarla a la parte de atrás del estacionamiento, esto se hacía así para aprovechar la vuelta y dar un recorrido esperando detectar alguna actividad sospechosa en el área.
En lo que fui, el gerente realizó el corte de caja. En cuanto regresé la vendedora y el gerente ya estaban listos para que yo les diera salida.
Los revisé delante de la cámara, ya saben por si habían tomado alguna cosa sin pagar, la vendedora salió, el gerente puso la alarma y se dirigió a la salida. Antes de cerrar la puerta me dijo que si tenía alguna duda sobre mis actividades podía encontrar una lista debajo del teclado de la caja principal, él había anotado todo lo que yo debía hacer durante el turno.
A las 10 con cinco se alarmó la tienda y me quedé completamente solo dentro de la farmacia.
El lugar no era precisamente grande, pero sí cabían al menos dos oxxos dentro.
Proseguí con el apagado de luces, únicamente se podían quedar encendidas 3 luces: la de la cocina, la de los medicamentos, y la del pasillo que conectaba el baño con la cocina. La farmacia no tenía cortina metálica, así que el interior se iluminaba con las luces de la calle, por eso solo tres luces se quedaban encendidas.
Una de mis actividades era frentear la mercancía, esto significa que no voy a rellenar el producto, solo había que acomodar la mercancía que ya estaba ahí para que pareciera que el anaquel estaba lleno.

Comencé con los tintes de cabello. El trabajo estaba resultado bastante sencillo.

A las once de la noche fui al área de los medicamentos para tomar el teléfono y comunicarme con la central, debía llamar cada cierto tiempo para informar que todo estaba bien. El joven que tomó mi llamada notó que yo era nuevo. Me dio la bienvenida y me dijo que era sumamente importante yo me comunicara a las horas que debía hacerlo, con un margen de 2 minutos antes o después, me dejó en claro que si no me comunicaba se tomaría como si hubiera ocurrido una incidencia y que inmediatamente enviarían a alguien. Eso generaba un gasto importante y que si no me había pasado nada ese gasto lo descontarían semanalmente de mi sueldo. También me dijo que si llamaba fuera de tiempo nadie iba a tomar la llamada. Por tanto, si había una emergencia debía presionar un botón rojo que estaba justo al lado del teléfono. Que solo lo hiciera si yo sentía que mi integridad física estaba comprometida.
Le agradecí la información. Antes de colgar me preguntó si yo creía en fantasmas, no supe que responderle, ciertamente no me esperaba una pregunta así, insistió con la pregunta, yo le dije que no, entonces me respondió: deberías. La llamada terminó en ese momento.

La verdad me quedé un poco nervioso después de eso.

Pasada la una de la mañana fui a la cocina a revisar qué era lo que el gerente me había dejado para cenar. Era una porción de arroz, algunas rebanadas de tomate, y un litro de agua de fresa.
Metí la comida al microondas mientras tomaba algunos hielos para que el agua de fruta estuviera fría. Entonces pude escuchar que la puerta de la entrada se movió, eso me alarmó bastante pues se supone que la alarma debe de sonar en caso de alguien intenté entrar.
Caminé despacio por el pasillo, pasé de largo el baño y di vuelta a la izquierda, detrás de mí estaba la puerta de la bodega y de frente estaba otro pasillo, avancé sin hacer ningún ruido. Al final del pasillo hay dos puertas más. Una te permite entrar a la parte trasera de los refrigeradores y la otra es para salir a los pasillos. Abrí un poco la puerta que lleva a los pasillos, lo hice con cuidado, me asomé y vi la puerta cerrada. Entonces un agudo ruido me hizo brincar de susto. Era el microondas, mi comida ya estaba lista.

Maldije un poco y luego me reí mientras caminaba de regreso a la cocina. Comí mis alimentos con calma.

Faltaban algunos minutos para las tres de la mañana y había que hacer otra llamada a la central. Me faltaba poco para terminar de frentear los desodorantes y rastrillo así que apuré para acabar. Después fui al área de los medicamentos, levanté el teléfono y marqué.
Me contestó una mujer, le reporté que todo estaba en orden. Me preguntó quién me había contestado cuando llamé por primera vez, en el sistema aparecía que yo me había comunicado, pero no había quedado registro de la llamada. Le dije que había sido un muchacho. La mujer se quedó callada por un segundo, después me dijo que estaba bien y terminó la llamada.
Más o menos como a las cuatro de la mañana me dieron ganas de ir al baño así que fui. Cuando iba caminando por el pasillo, antes de dar vuelta sentí como si alguien estuviera parado detrás de mí, como si de la puerta que lleva a los refrigeradores hubiera salido alguien. No tuve el valor para voltear así que aceleré el paso. Cada vez sentía la mirada más cerca, como si quién sea que estuviera detrás de mí intentara atraparme. En cuanto di vuelta al final del pasillo corrí y me encerré en el baño. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, por un momento creí que me iba a desmayar. Hasta se me quitaron las ganas de ir al baño.
Me enjuagué la cara y me miré en el espejo, me decía a mí mismo que todo era mi imaginación. Pasó un buen rato para que pudiera tranquilizarme, cuando estaba decidido a salir se escuchó como golpearon por fuera la puerta del baño. No era mi imaginación, alguien estaba ahí afuera. Entonces vi como la manija comenzó a girar, querían entrar al baño.

Me dio una crisis de nervios. Retrocedí hasta pegarme a una esquina y ahí me agaché esperando lo peor.

Perdí la noción del tiempo, entonces sonó la alarma de mi teléfono, eran las 6:30. Había estado más de dos horas encerrado en el baño. Me levanté, agarré valor y abrí la puerta con fuerza, no había nadie afuera. Me asomé y tampoco vi a nadie en el pasillo. Caminé hasta dar vuelta, nada. Salí a los pasillos. Yo estaba completamente solo en la farmacia.
A las 6:45 llegó un trabajador a abrir la farmacia, era el sub gerente. No quise contarle mi experiencia. Lo única incidencia que le reporté fue que la central me había dicho que no sabían quién había tomado la primera llamada que hice.
El sub gerente me preguntó si me había contestado un hombre a lo que le respondí que sí. El sub gerente me dijo que, durante el turno nocturno, en la central solo trabajan mujeres, que antes trabajaba un muchacho, pero una noche murió de un infarto al corazón. El sub gerente me preguntó si yo creía en fantasmas a lo que le respondí que no. Entonces me miró fijamente y me respondió: pues deberías.
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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