La Cueva Del Diablillo Historia de Terror

La Cueva Del Diablillo Historia de Terror

Basado en eventos acontecidos en un cerro de Arenales tapatíos
Soy originario de la Ciudad de Guadalajara, y junto con mi compañero de trabajo a quien llamaré David, nos pasó una serie de experiencias que aún nos es difícil de creer La Cueva Del Diablillo Historia de Terror.
Debido a que les hablaré de un lugar al que pertenece a nuestra área de trabajo, procuraré no mencionar los nombres para que no nos metamos en problemas. Trataré de ponerlos en contexto para un mejor entendimiento. Tanto David y yo trabajamos para una empresa de empalme de Fibra Óptica, y seguido tenemos llamadas telefónicas de parte de nuestros clientes para mantenimiento o cambios, esto puede implicar trabajar en lugares concurridos o hasta lugares muy abandonados.
Un día lluvioso se generó un reporte donde era necesario asistir a un sitio que quedaba justo en un cerro muy cerca de Arenales tapatíos, un lugar ubicado a las orillas de Zapopan, y que suele ser muy concurrido por vándalos, o que por las condiciones del lugar el mismo ambiente daña los sitios de trabajo. Allí nos encontraríamos con otro compañero quien nos esperaría para trabajar en el lugar. Se supone que sería un trabajo rápido y sencillo, pero hemos aprendido que en este tipo de lugares debemos esperar cualquier sorpresa.
Al llegar al Cerro nos fue imposible subir la camioneta hasta el lugar, tuvimos que dejarla estacionada a las faldas del cerro al costado de unas casas, se podía apreciar que la lluvia empezaría a caer dentro de poco así que subimos rápidamente, no nos dimos el tiempo necesario para buscar el sendero principal, situación que ahora comprendo, nos hubiera ayudado bastante y haber escapado del lugar rápidamente.
Comúnmente cada Sitio está protegido, están bajo llave en un gran almacén, pero ante inclemencias del clima son bastante vulnerables. Fue cuando nos percatamos del problema, nuestro compañero nos mostró que un rayo había caído en el transformador provocando diversas fallas, esto nos llevaría varias horas y era seguro que saldríamos tarde de trabajar.
Así nos dio las tres de la mañana y apenas estábamos terminando, la lluvia no nos había dejado terminar a tiempo. Cuando nos dispusimos a salir nuestro otro compañero nos invitó a que no nos fuéramos, debido a que ya era muy tarde y peligroso. No era muy conveniente andar tan tarde a esas horas por esos rumbos. Para concluir las labores es necesario cerrar el Folio y así nos paguen el servicio y entre más rápido sería mejor para ello era necesario que nos retiráramos ya. Sin embargo, el compañero fue muy insistente en que nos quedemos, recomendando que saliéramos una vez que saliera el sol. Pero no lo quisimos escuchar. A me desconcertó la insistencia y la forma en que nos dijo esto aquel compañero, sobre todo porque insistió que trajéramos lámpara en mano por si se llegase a requerir.
Ya que la camioneta la habíamos dejado justo en las faldas del cerro, el regreso seria a paso lento y entre el lodo, teníamos que cuidar de no resbalar, aunado a ello el sendero de vuelta no lo conocíamos, fue algo que no procuramos preguntar al compañero. Conforme bajamos empezó a brisar y poco a poco era más fuerte la lluvia que caía, ya habían pasado varios minutos del tramo recorrido, y no encontrábamos el sendero, en un momento hablamos de regresarnos al Sitio, pero ya era hasta peligroso por lo resbaloso de la tierra. Fue en ese instante que mi compañero encontró una cueva en la cual nos podíamos quedar. Corrimos hacia ella, siendo David el primero en entrar, pero cuando yo estaba a unos pasos de ingresar, pude sentir una sensación horrible en el pecho. Una extraña sensación de arrebato me invadió que tuve que arrodillarme apenas había ingresado. Por un momento pensé que tuve un infarto, pero aquella sensación se me pasó rápidamente.
La cueva no era tan alta y por dentro, era pequeña apenas cabían unas cuantas personas más, a mí se me ocurrió sentarme hasta el fondo para recuperar un poco de aliento y al alumbrar me encontré con lo que parecía ser un cancel protegiendo el interior de la cueva. No me imaginaba para que fuera el cancel o que estuviera protegiendo, no se me había ocurrido mirar al fondo con la linterna, solo quería recobrar mi aliento y protegernos de la lluvia.
Pasaron algunos minutos y la lluvia empezó a disiparse, por el equipo que llevábamos no era muy recomendable que se mojara, lo mejor era esperar a que no lloviera más y se mojara lo menos posible. Una densa niebla empezó a estacionarse que no nos dejaba ver por donde podíamos ir, pero a los pocos minutos de estar esperando escuchamos ruidos en el Interior de la cueva. Ambos nos giramos pues aquel sonido nos llamó la atención. Parecía ser que hubiera algo que estuviera brincando allí adentro, un par de pisadas se oyeron y rápidamente fue mi compañero el que alumbró al fondo de la cueva, y no tardó ni un segundo en decirme que allí había algo. Me acerqué con cautela y cuál sería mi sorpresa que vi una estatuilla de un diablillo, se encontraba arrodillado, con el rostro hacia abajo, las alas estaban recogidas. Y ambos brazos extendidos hacia abajo. En cierto modo me pareció algo divertido habernos encontrado esa estatuilla allí. Me volteé a ver a David, pero este se encontraba congelado, no se movía en lo absoluto y no le quitaba de encima la mirada a la estatuilla.
– ¿Qué te pasa? – le pregunté y lo sacudí, en eso despertó de su trance, recobrando el aliento. Cuando de repente escuchamos que de entre la niebla alguien se acercaba. Me imaginé que quizás fue el otro compañero que nos había alcanzado y que se había dado cuenta de que nos encontrábamos resguardados dentro de la cueva. Pero no fue así. La imagen de una persona frente a nosotros apenas se podía distinguir. Levanté la lámpara para ver de quien se trataba, pero debido a la densa niebla me era difícil encontrarla. Solo podía escuchar sus pasos acercándose a nosotros. Volví a sacudir a mi compañero para que reaccionara por completo, pues no sabía contra qué nos enfrentábamos. Lo necesitaba cuerdo y listo. David apenas estaba recuperándose.
– ¿Qué es eso? – preguntó al señalar a lo profundo de la oscura niebla. La silueta de una persona nuevamente se formó ante nosotros. Ahora si la pudimos apreciar bien. Se trataba de una mujer vestida de blanco, con cabello largo y rizado, este le llegaba por debajo de la cintura, no pude apreciar bien su rostro, pero el brillo de sus ojos fue el que más me sobrecogió el corazón. Nuevamente, tuve esa sensación que había sentido cuando entramos a la cueva. Podía sentir que por dentro algo aplastaba mi corazón con dos manos, se me fue el aire, y apenas podía respirar. David inmediatamente empezó a rezar. No entendía por qué, pero en aquella mujer su rostro se empezó a deformar. Pude ver que su boca se abría más de lo normal. Yo no podía hablar, pero en mi mente comencé a seguir las plegarias de David. Esta sensación de opresión en el pecho poco a poco se fue calmando. Miré hacia enfrente y aquella mujer ya no estaba o ya se había ido.
-Tenemos que irnos de aquí– Dijo David, me tomó del brazo y me ayudo a levantarme y juro por Dios que en cuanto empezamos a caminar pude sentir que algo detrás de nosotros se empezaba a reír. No era una carcajada tal cual, se trataba de una risa simplona y con tono de burla. Por instinto nos giramos los dos y al alumbrar a donde estaba el diablillo, este ya no tenía la cabeza hacia abajo, al contrario, nos observaba a los dos, aún recuerdo esos ojos rojos observándonos. Las alas de este demonio ya estaban abiertas a lo largo. Creo que hablo por los dos cuando digo que sentimos mucho miedo, no nos importaron las herramientas de trabajo que las dejamos allí abandonadas pues inmediatamente empezamos a caminar dejando atrás la cueva, adentrándonos a la densa neblina.
Un par de veces tropezamos sobre el lodo y la piedra suelta, hasta que por fin esa sensación que tenía desapareció, decidimos regresar al sitio donde estaba el otro compañero, esperaríamos allí hasta que amaneciera, sería mucho más seguro. Y mientras caminábamos tuve una inquietante sensación de que algo nos observaba, era difícil ver más allá de nuestras narices con la neblina tan densa, que ni las linternas nos ayudaban mucho. Fue cuando mi compañero tuvo la idea de usar la radio para avisarle al otro de que nos regresaríamos. Empezó a sintonizar la frecuencia y llamarle, pero no hubo resultados. Pensamos que quizás se había quedado dormido, o apagado la Radio, no teníamos idea de cómo llegar a la orilla del cerro, pero si sabíamos por dónde subir para llegar al Sitio. Nuevamente, pude escuchar ruidos muy cerca de nosotros, yo sabía muy bien que por la zona había animales, pero estos ruidos eran diferentes, la voz de una mujer hablando incoherencias se empezó a escuchar entre la niebla, su risa burlona se escuchaba por todos lados a la vez, la buscábamos con las linternas, pero no logramos dar con ella.
– ¿Qué maldita brujería es esta? – dijo David pues había visto que algo volaba muy cerca de nuestras cabezas. Apresuramos el paso para llegar al sendero que nos conducía al Sitio, detrás de nosotros sentía que nos pisaban los talones, aquella mujer ya se carcajeaba de nosotros mientras huíamos.
No tardamos mucho en llegar al Sitio, rápidamente llamamos a la puerta del lugar y nadie nos abría, yo podía escuchar que algo ya estaba acercándose a nosotros, pero esta vez se trataba de pisadas fuertes. Aún recuerdo a mi amigo encomendándose a Dios, yo estaba totalmente asustado, tome un palo que estaba tirado allí y me dispuse a defenderme, sin embargo, cuál fue la agradable sorpresa de toparnos con nuestro compañero, quien preocupado por lo que nos llegara a pasar salió en nuestra búsqueda.
Dentro del Sitio nos sentíamos ya más seguros, le explicamos todo lo que nos pasó y lo que vimos, fue cuando nos contó lo siguiente
– Están vivos de puro milagro, les dije que no se regresaran, a estas horas la gente loca y amante de la Magia negra es cuando más sale, sobre todo es cuando visitan la cueva del diablillo.
El nombre me pareció lógico, pero no entendía por qué la gente hacia eso y sobre todo a esas horas, él nos contestó que hace ya varios años hubo gente muy loca que le atraía el ocultismo, y para venerar al Diablo igual que si fuera su Dios, le habían construido una pequeña casa, cuidándolo de los maleantes del lugar colocaron un cancel, pero el tiempo pasó y aquellos que se involucraron en la construcción de la cueva, sufrieron terribles accidentes, ese diablillo nunca había necesitado protección alguna, el diablillo a todos se los cargaba. Había gente que se aventuraban a pasar una noche en la cueva, pues salió la estúpida idea, de que si dormías allí una noche y le rezabas al diablillo podía darte sus bendiciones.
A las pocas horas, cuando ya había amanecido, procuramos salir los tres juntos, el banco de niebla ya se había disipado, le comentamos a nuestro compañero que teníamos que regresar solo para verificar que el equipo que abandonamos siguiera allí, no nos agradaba mucho la idea de tener que regresar unas horas después de donde nos habían espantado, sin embargo, nos comentó que ya era seguro. Minutos después frente a la cueva no dábamos crédito a lo que veíamos. La celda estaba abierta y el diablillo ya no estaba, resultaba ser imposible pues el mismo diablillo parecía ser de piedra sólida y muy pesado de cargar. Sin esperar más encontramos las cosas donde las habíamos dejado, y nos adelantamos al vehículo para retirarnos.
Hoy en día varias historias así les han pasado a nuestros compañeros, es muy común encontrarse con cosas irreales allá afuera, situaciones que no le podemos dar una explicación.
 
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados

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