Ruega Por Nosotros Historia de Terror

Ruega Por Nosotros Historia de Terror

Uno pensaría que, en los lugares más abandonados, u oscuros, uno puede encontrarse con situaciones fuera de lo común, o mejor dicho eventos paranormales Ruega Por Nosotros Historia de Terror. Pero quizás nos hemos olvidado que muchas ocasiones, aquellos sucesos fuera de lo ordinario, los podemos encontrar en lugares donde se supone, estamos a salvo… No lo sé quizás a alguno de ustedes les ha pasado que, en una vez de sentirse a salvo, perciben que hay algo que los acecha desde un rincón oscuro o que en cualquier momento algo saltara para atacarlos. Es aquella sensación en la nuca, que se siente cuando aquellos seres de la noche están observándonos… o, mejor dicho, hablándonos.
Mi relato se lleva a cabo muchos años atrás, quizás muchos de ustedes aún no nacían, o alguno era muy chico, quizás de la edad de mis dos hermanos a quienes les paso lo que les contaré a continuación.
Mi Nombre es Pedro, me conocen más como Polo, actualmente soy Párroco de una de las iglesias más antiguas de La Piedad, Guanajuato, pero para ponerlos más en contexto con mi historia esta se lleva a cabo en mis primeros años de servicio, en el municipio de Tzintzingareo, Michoacán (se pronuncia Sinsingareo). Mi familia estaba contenta de que uno de sus tantos hijos se haya dedicado a la Palabra de Dios, tanto era así que, en varias de mis misiones, o servicios que prestaba me llegaba acompañar mis hermanos, y precisamente mis Hermanos pequeños, Arturo y Fernando, son los que decidieron ir conmigo.
Nos trasladamos ya después de la merienda desde CD. Hidalgo al Poblado de Tzintzingareo, en trayecto no era más de 30 minutos en auto, yo contaba con un Sedán (Bocho), el cual ya cargaba con unos añitos, pero las subidas las aguantaba bien, pues el poblado se encuentra en lo alto de un monte, y para llegar a la Iglesia es necesario subir una pendiente pronunciada. Era una tarde lluviosa, así que decidimos nomas terminar el servicio, regresar. Mis hermanos me ayudarían tanto a recoger limosnas como a ser monaguillos, ya se encontraban listos para las tareas que les encomendara, sin embargo, no contábamos con que, al terminar la misa, la lluvia fuera más fuerte de lo esperado.
Les comenté que pediría asilo por esa noche en la casa Parroquial, solo tendría que pedir la llave, ya que nadie estaba durmiendo allí desde hace semanas, pues el último Padre al cual yo estaba relevando en misas, ya había fallecido por viejo. Mis Hermanos jamás me cuestionaban el por qué prestaba mis servicios en diferentes poblados, y no creí que era necesario que les contara sobre el por qué la casa parroquial estaba sola. No lo vi necesario.
Nada más entramos, nos topamos con un pasillo enorme que rodeaba un jardín grande, uno podía llegar a las habitaciones recorriéndolo. Las revisamos, una de ellas conectaba al templo, otra parecía ser la oficina parroquial que usaban para realizar trámites de la iglesia, en otra guardaban las medicinas. El resto de las tres habitaciones uno podía dormir en ellas, yo aproveché y pedí la que pareció ser la del Párroco anterior, ya tenía una cama la cual estaba lista para que uno se acostara, Arturo eligió la habitación que conectaba con una pequeña sala de estar. Y Fernando al ser el más pequeño, no tuvo elección y se quedó con la habitación que tenía un enorme ventanal.
Nada más cenamos tres piezas de Pan y Leche que nos regalaron, nos fuimos a dormir, y debido a la tormenta que estaba cayendo, nos había dejado sin luz a mitad de la cena. Fernando propuso que durmiéramos juntos, yo me negué, ya que me levanto siempre a las 5 AM a realizar mis lecturas de la Biblia y seguro que los molestaría, y como siempre Arturo llamando Gallina a su hermano Fernando por miedoso se negó también. Cada quien tomo una veladora y se fue a su habitación.
Es desde aquí que les contaré lo que nos sucedió a los tres, y lo que me contaron mis hermanos como lo vivieron…
Padre Pedro
Me encontraba preparando las cosas para dormir, por curiosidad, observe los libros que el Padre anterior acostumbraba a leer, no me pareció una falta de respeto pues estaban en el librero y era tentador ver el título para alguien que gusta de devorar libros leyendo. Hubo un que me llamo mucho la atención, el cual en el lomo con letras pintadas en negro decía: “Exorcismi et solvo”, al abrirlo el libro se encontraba por completo en latín, no era problema, yo podía leer un poco el latín. El libro tenía varias tachaduras y escritos a mano, los cuales estaban en español. Había nombres de demonios que llegamos a escuchar entre compañeros en el Monasterio, pero había algo que estaba con diferente color de tinta escrito. Como si se hubiera escrito con mucha dificultad, pues al tratar de leerlo, lo pronuncie sin darme cuenta de lo que estaba diciendo: Demonio, Yo te libero. En ese momento escuche como alguien le soplaba a mi veladora, provocando que esta se apagara, me di la vuelta y a oscuras busque los cerillos, fue cuando por fuera de mi habitación pude escuchar pasos, alguien estaba corriendo en el pasillo, y cuando por fin había localizado los cerillos en el escritorio pude sentir como alguien los golpeaba cayendo estos al piso. No sabía que había sido ello, y Salí rápidamente de la habitación, saqué mi rosario del bolsillo y comencé a orar. La lluvia aún era fuerte, tanto que mi voz no se escuchaba cuando rezaba, fue cuando desde dentro de la habitación, en lo más alto de la puerta, una mano con uñas largas y negras se asomó, como queriendo abrirla. Aquello abrió repentinamente la puerta, una sombra salía rápidamente provocando que yo cayera al piso. Solo la vi alejarse hacia el Jardín. Me levante rápidamente y me dirigí al cuarto, allí logre ver la caja de cerillos en el suelo, encendí la veladora, cerré la habitación y busque el libro. Pero no lo encontré.
Lo que haya sido, se había ido, llevaba ya un par de horas buscando el libro, lo busque tanto en el librero, como en el suelo, pero no lo hallaba, fue cuando se me ocurrió algo, no lo había buscado por debajo de la cama. Quizás de algún modo había caído allí cuando Salí corriendo. Me agache y al levantar la cobija, no logre percibir nada por lo oscuro, tome un cerillo y al encenderlo, el cuerpo de una persona arrinconada me observaba de forma aterradora, me aleje rápidamente, estaba asustado, a lo que comencé a llamar al Reino de Dios y pedir que, a nombre de él, aquella cosa se fuera. No pasaba nada. Rece nuevamente y a viva voz y no pasaba nada. Levante nuevamente la cobija y al encender un cerillo más no vi nada. Quizás todo había sido parte de mi imaginación, no lo sé, pero de lo que si estoy seguro es que algo paso esa noche. Sin más, me rendí, y decidí buscar al día siguiente cuando hubiera más luz. Dejé la veladora encendida y con el rosario en mano, me dispuse a dormir.
Mi hermano Arturo
La habitación de Arturo, era pequeña, pero conectaba con una pequeña sala de estar, donde también tenía su propia salida al pasillo. Arturo había aprovechado y se había llevado un Cirio que estaba en la cocina para aluzar mientras él se encontraba allí. Se dispuso a dormir, y acostado en la cama veía los cuadros que estaban en la pared. Se trataban de cuadros pintados sobre pasajes de la biblia, pero había uno de ellos que no tenía relación con los demás, se trataba del rostro de un niño mugriento, con cara de tristeza, era de aquellos cuadros que por más que uno se moviera, aquel rostro pintado te observaba. Era incómodo verlo, pues estaba justo frente a la cama de Arturo. Así que decidió levantarse y descolgarlo para ponerlo el suelo. Se acostó y se dispuso a dormir. No pasaron ni un par de minutos cuando escucho que alguien abría las puertas de la sala de estar del otro lado. Abrió un poco los ojos y pudo ver como alguien con sotana camina hacia donde se encontraba él. Arturo se extrañó, pues pensó que se trataba de mí, quien había entrado a la habitación. Mi hermano se sentó sobre la cama y le pregunto…
“¿Sucede algo Polo? – Aquel ser con sotana se quedó parado en la oscuridad de un rincón, donde la luz de la veladora no llegaba. Era como si aquello no se hubiera percatado de Arturo, pues mi hermano me contó que no le veía el rostro, camino hacia Arturo y la veladora se apagó. Mi hermano Arturo pudo observar como aquel ser levantaba el cuadro y lo volvía a colocar en su lugar. Se alejó y justo antes de que se perdiera por completo en la oscuridad, le indico a mi hermano con una seña con lo siguiera. Arturo me comenta que llego a pensar que alguien se había acercado ya tarde a la iglesia a pedir indulgencias, y ocupaba ayuda, así que mi Hermano se puso los tenis y salió al pasillo, pudo ver como aquello se metía en la última habitación que daba al templo, así que corrió rápidamente hacia allá, fue cuando escucho como alguien le gritaba… “¡Vete de Aquí!”. Esto le extraño, pero no hizo caso, pensó que venía de fuera de la casa parroquial. Llego al último cuarto y abrió la puerta para entrar al templo. Todo estaba totalmente oscuro, sin luz no podía ver por donde pisaría, así que entro cuidadosamente con ambos brazos al frente, por si llegaba a tocar la puerta del templo o alguna pared, pero por más que avanzara a paso lento, no tocaba nada.
– ¡Polo! – Grito mi nombre, pero no escucho respuesta, pero si logro escuchar murmullos, así que procedió a seguir aquel ruido, hasta llegar a la puerta que daba acceso al templo. Solo tenía que empujarla para ingresar, y al abrirla aquellos murmullos que se escuchaban al otro lado cobraron sentido.
Justo frente a él, arrodillados en las bancas había algunas personas, otros estaban sentados, mirando hacia la frente o con la cabeza abajo, había una serie de veladores que se veían al fondo, camino hacia ellas y pudo escuchar a una de las voces decir… “Ruega por nosotros”, miro lo que parecía ser una anciana, pues estaba cubierta con un rebozo hasta la cabeza, solo se asomaban algunos mechones de cabello. Se le ocurrió preguntarle por mí, pero aquella señora no le contesto lo esperado. Volvió a repetir, “Ruega por nosotros”. Mi hermano comenzó a sentir pánico, decidió regresarse cuando al dar la media vuelta, pudo escuchar al mismo tiempo que todos en el templo decían “Ruega por él”, seguido de un silencio absoluto. Arturo se dio la vuelta y todos lo observaban, en silencio lo veían, aquellas miradas le recordaron al cuadro que había descolgado pues mientras se dirigía nuevamente a la puerta por donde entro lo seguían con la mirada. Corrió rápidamente y al ingresar al cuarto pudo sentir como alguien lo quería agarrar por la espalda, levanto los brazos y toco en lo alto manos que lo querían agarrar desde lo alto. Tropezó, escucho ruidos detrás de él. Se levantó rápidamente saliendo de allí llegando al pasillo, se dirigió rápidamente al cuarto de Fernando y toco con fuerza, la lluvia era tan fuerte que no se escuchaba, no quería regresar a su habitación tampoco, fue cuando por fin Fernando abrió y Arturo se le quedó mirando todo aterrado.
Mi Hermano Fernando
El más miedoso de quienes nos encontrábamos allí, se encaminó solo hacia su habitación, por más que se esforzara, el miedo le hacía temblar, no se había imaginado nunca que ese día terminaría así. Su habitación era quizás la más grande, tenía un ventanal muy grande, le desconcertó es que había varias muñecas en el cuarto, pequeños muñecos de porcelana sobre los muebles y sobre la cama algunas muñecas vestidas de forma elegante. Esto le disgusto a Fernando, coloco la veladora sobre una de las pocas superficies que había y se dispuso a mover las muñecas de lugar para que no le estorbaran al dormir. Al abrazar a todas las muñecas con ambos brazos, se dirigió a un sillón que estaba justo al lado del ventanal, en ese instante, una extraña sensación de cosquilleo lo sintió en el antebrazo, podía sentir el rostro de una muñeca le había quedado en su brazo y esta parpadeaba. Las aventó rápidamente al sillón, se dio la vuelta y se cercioró como ya no había nada en la cama que lo molestara. Así se acostó a dormir. Se envolvió en las cobijas cubriéndose por completo, y en pleno silencio, pudo escuchar como alguien lloraba en muy bajo tono. Pensó que se trataba de su imaginación, o algo, así que se asomó quitándose la cobija, no vio nada, pero aquel sonido provenía de las muñecas que había arrojado al lado del ventanal. Se imaginó que quizás se trataba de una de esas muñecas que lloraban nada más uno las cambiara de posición, pero el llanto, era irregular, no se escuchaba como si fuera de un muñeco. Se levantó para buscar la muñeca y apagarla, pero justo en ese momento logro ver como el reflejo de una persona estaba por fuera del ventanal. El Vidrio estaba difuminado, por ello no se veía quien era con exactitud, pero sin duda se trataba de alguien parado frente al ventanal.
-¡VETE DE AQUÍ ¡- Le grito mi Hermano, pero al parecer por la lluvia no le escucharon. No quiso darle más importancia y se envolvió completamente en la cobija. Fue entonces que se sintió incómodo, no había quedado bien cobijado, trato de acomodarse, pero llego a sentir algo raro a su costado, bajo la mano y toco varios cabellos. Jalo aquello hacia un lado suyo y pudo ver que se trataba de una muñeca que abría y cerraba los ojos, esta tenía un tenue sonido a llanto, la aventó al suelo, cubriéndose nuevamente todo el cuerpo. Se imaginó que quizás no había movido todas las muñecas de la cama, y esa se había atascado de entre las cobijas, por ello la escuchaba de cercas. Y en ese momento algo callo sobre él, pudo escuchar a la muñeca nuevamente cerca de él. Alguien se la había aventado. Fernando comenzó a rezar, alguien o algo estaba allí adentro. No paraba de rezar, cuando sintió que algo se había subido al lado de la cama. Lo que fuera se quedó allí, Fernando se asomó entre la cobija para poder ver a una persona, estaba arrodillada al pie de la cama rezando, con ambos brazos descansando sobre la cama, sus manos le tapaban la cara. Pensó que aquella persona que estaba en el ventanal se había logrado meter, fue cuando escucho como la puerta de enfrente se comenzó a agitar. Aquella persona comenzó a rezar con más fuerza, cuando Fernando le escucho decir, “Perdonadlo señor”. Inmediatamente, Fernando, salto de la cama para abrir la puerta y encontrarse con Arturo frente a él.
A la mañana siguiente…
Justo a las 5 AM, me levanté, Salí de mi habitación con Biblia en mano, ya un poco más tranquilo de que lo había pasado con aquel libro, no más hubiera un poco de luz lo volvería a buscar, fue cuando al llegar a la cocina, me encontré a mis dos hermanos despiertos y como si algo les hubiera sucedido en la noche.
Al cabo de un par de horas me platicaron más detalles lo que había sucedido, ya había regresado la luz por lo que les sugerí que fuéramos a ver a las habitaciones.
Fernando me pidió que abriera primero el cuarto donde él había dormido, en efecto las muñecas estaban tiradas en el piso, pero Fernando me había asegurado que las había dejado en el sillón
-¿Por qué hay muñecas en una casa Parroquial?- Me pregunto Arturo, por ello les decidí contar un poco sobre el Padre anterior.
– Él tenía una hermana, quien le ayudaba en las misas, coleccionaba muñecas, pero un día enfermo y se la llevaron de aquí, tuvo que dejar todo en la casa de su hermano, que yo sepa eso fue hace ya varios años, ya ha de haber muerto la señora. – Arturo se negó a entrar al cuarto, entre Fernando y yo recogimos las muñecas para ponerlas en su lugar, cerramos la habitación.
– Ahora vamos al último cuarto, el que da al templo – Dijo Arturo, y al abrirlo me encontré como varias figuras de santos tiradas de su pedestal.
_ Aquí guardan las figuras de los santos para cuando se acercan las fiestas patronales, ¿Estás completamente seguro de que te quisieron agarrar? – Arturo no supo que decir, sin embargo, al entrar al templo pude divisar que al fondo si había una serie de veladoras rojas. Las cuales cuando yo había cerrado el templo me hubiera percatado que allí estaba.
-Ya me quiero ir Hermano – Me dijo Arturo, por ello accedí a que nos fuéramos.
Antes de irnos, mis hermanos se negaron a entrar nuevamente, yo fui a buscar nuevamente el libro, pero no tuve éxito. Y al dirigirme a la salida, ya con la luz del día, me percaté que había una habitación más al fondo del jardín. Muy apartada de todas las demás. Me acerqué un poco y pude ver como una mano negra con uñas largas u mugrientas cerraba fuertemente la puerta de aquella habitación. No quise quedarme, pero sin duda por mi culpa algo había liberado yo esa noche.
Hoy en día, 2021, la casa Parroquial fue demolida para construir otra casa, las razones las desconozco, pero yo volví una ocasión más, como sacerdote principal de Tzintzingareo, con la intención de enmendar mi error, sin embargo, creo que es digno de contar en otra ocasión.
 
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados

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